El medio blog

Un medio dedicado a los medios.

Thursday, October 18, 2007

Parece que Armando Uribe mató a Alfonso Calderón

Todo fue por culpa de
Luis Sánchez Latorre o Filebo. A raíz de la muerte de este escritor y periodista, El Mercurio publica hoy “Muere un grande del periodismo nacional”, y le pide a personas como Germán Marín, Hermógenes Pérez de Arce y Armando Uribe que opinen sobre la obra del muerto. "Valoro las ediciones que preparó sobre las crónicas de Edwards Bello y las que realizó sobre cronistas coloniales. Fue un muy buen recopilador", dice Uribe. Pero resulta que Filebo no compiló los trabajos de Edwards Bello ni los de los cronistas coloniales. El que sí lo hizo es Alfonso Calderón, quien aparece muy vivito y coleando en la foto de al lado de Uribe contando que habló con Filebo pocos días antes de su muerte. Demás está decir que las palabras de Uribe dejan claro que no tiene una gran opinión de Alfonso Calderón ya que el único crédito que le da al Premio Nacional de Literatura 1998 al creerlo muerto, es el de haber sido un buen recopilador.

Wednesday, October 17, 2007

Cuando no da vida, mata

Grandes títulos, bajadas y párrafos de fin de semana.

(La sopa de betarraga) tiene una presencia, un carácter, una actitud simplemente inéditos. Desconozco cómo aún no es parte de nuestra canción nacional, nuestro escudo, no sé; pero por lo menos sí es parte de la carta de los restaurantes de moda. (...) ¡Gracias, Maca, por presentarme en tu casa a la más top de nuestras musas, una pelirroja de muy bajo perfil: la sopa de betarraga!

Sopa de Betarraga. Elisa Collins, revista Mujer, La Tercera.

"Moderna, funcional y entretenida es esta casa proyectada por el arquitecto Iván Vial en Lo Curro, donde sus propietarios han puesto el toque de distinción en cada ambiente, haciéndola merecedora de una grata admiración".

Del artículo "Audaz por donde se mire", María Gracia Paul. Casa & Decoración, La Tercera. (La "grata admiración" me mata)

"Pese a que la muerte estuvo allí, a la vuelta de la esquina, su recuperación no podía haber sido mejor. A fines de octubre volverá a su oficina como si nunca lo hubieran operado. Pero este militante DC vivió en los últimos días una historia de dolor y de orgullo, de tragedia y de amor, que por primera vez accede a relatar. Y que vale la pena contar hasta en sus mínimos detalles".

"La segunda oportunidad del ministro de Agricultura", entrevista a Álvaro Rojas. Margarita Serrano, revista Sábado, El Mercurio.

"El norte se niega a ser un desierto cultural"


Título de un artículo publicado en Actividad Cultural, El Mercurio.

Wednesday, October 03, 2007

Los humildes fieles de Sodano

Entre los temas favoritos del columnista dominical de El Mercurio Carlos Peña, están además de los herederos y las élites, la iglesia católica. Entonces, a Peña no le pasó desapercibida –como seguramente si le ocurrió a la mayoría- la reciente visita del cardenal Angelo Sodano, quien fue nuncio apostólico durante la dictadura. El columnista aprovechó su espacio en el diario para hablar de la autoridad vaticana, a quien presentó como el opuesto del bueno del cardenal Silva Henríquez, quien de estar vivo habría cumplido 100 años por estos días (lo que motivó algunas conmemoraciones de las que, según Peña, Sodano se restó cuando no fue así).

“Ambos representan algunas de las contradicciones -los misterios, dirá un creyente- de la Iglesia. Silva Henríquez, inflamado por la fe y orientado, cuando fue imprescindible, por una estricta ética de la convicción. Sodano, en cambio, el epítome del cálculo y del sentido de estado, capaz de comulgar, si fuera necesario para el poder de la Iglesia, con ruedas de carreta o con algo peor”, declaró Peña y rápidamente se adjudicó una respuesta del cardenal Francisco Javier Errázuriz: “Cuando leí el mezquino comentario que escribió don Carlos Peña con motivo del fallecimiento del querido Papa Juan Pablo II, y al leer diversas reflexiones suyas sobre iniciativas de la Iglesia y sus pastores, percibiendo su falta de objetividad y competencia en dichos temas, quise escribirle sólo un comentario: Pastelero, ¡a tus pasteles!”.

Pero si ya es raro ver al arzobispo de Santiago mandando a alguien a la punta del cerro, porque eso es lo que fue, todavía es más curioso que las cabezas de los principales grupos económicos de este país, siempre tan reservadas y reacias a la publicidad, salgan en patota a refutar a un columnista de un diario. Pero hoy en la mañana algunos de los empresarios más poderosos de Chile sacaron la voz para defender a Angelo Sodano en las cartas al director de El Mercurio: Roberto Angelini, Ricardo Claro, Guillermo Luksic y Eliodoro Matte más otras 12 personas bien conspicuas como Patricia Matte o el presidente del Colegio de Abogados, Enrique Barros, firman una carta en la que se quejan de la mala leche del columnista y lamentan “el afán del señor Peña de ofender a una de las personas importantes de la Iglesia”.

Todo esto me llevó a sacar algunas conclusiones:

1. Que pese a que a veces publican cosas insólitas cartas al director es la mejor sección del Mercurio.
2. Que la carta de Angelini, Luksic, Matte, etc. refleja mejor que cualquier reportaje, perfil o ranking de esos medios dedicados al poder tipo Capital, Qué Pasa, La Nación Domingo o Caras Ego cómo se mueven los hilos aquí. Alguno de esos mismos medios podría contar cómo se gesta una respuesta como ésta. (Supongo que habrá sido a través de la Fundación Juan Pablo II, que fue la que invitó a Sodano a venir a Chile y en la que ocupan cargos varios de los firman, pero sería interesante saber quién la redactó, cómo los contactaron, quién no se sumó, cuánto se discutió...).
3. Que no vaya a ser que un día de estos le llegue otra cartita, en sobre azul y de Agustín Edwards, a Peña.

4. Que Angelo Sodano sí que sabe escoger a sus amigos. No sé Carlos Peña se equivoca o no cuando dice que el antiguo nuncio “timbraba papeles”, “se estiraba la sotana” o “se peinaba con cuidado de galán” pero es difícil que alguien que no tiene sentido de poder haga semejantes contactos.
5. Que Peña va a estar hoy en la tarde en el CEP (cuyo presidente les recuerdo es Eliodoro Matte) participando en un ciclo para estudiantes universitarios que se llama “los rostros del poder”. El episodio debería resultarle inspirador.
6. Que, sin ningún ánimo de victimizar a Peña, que sabe muy bien en qué se mete, es un poco intimidante ver una carta de molestia de semejante grupo.

Tuesday, October 02, 2007

Lo leí entero, Presidenta
Por Alfredo Sepúlveda


La Presidenta Bachelet y los medios y corresponsales extranjeros no han tenido una relación fácil. El Medio Blog reportaba en agosto de 2006 la partida en falso de la relación entre la Presidenta y los corresponsales, que poco antes se habían quejado con Lagos Weber y Juan Carvajal del “hermetismo de la presidenta” y de “las exigencias de mandar previamente los cuestionarios de las entrevistas”. Ahora tenemos un pequeño nuevo episodio de tirantez a causa de la nota que realizó la corresponsal del Financial Times Jude Webber. “En un país que ha sido lento para empoderar a las mujeres, Michelle Bachelet llegó al poder sobre una plataforma de justicia social y paridad de género. Pero tras 18 meses, ¿es la primera mujer presidente de Chile un pato cojo?”

El artículo, periodismo inglés, equilibrado pero no por eso complaciente, duro y elegante al mismo tiempo, ha erizado la delgada piel de la Concertación. En rigor, no responde a la pregunta, aunque al contar toda la larga historia de Transantiago y otros problemas que ha tenido el gobierno, da a enteder que sí. “Ahora, después del Transantiago, y con problemas económicos y sociales en escalada, {la Presidenta} luce wrong-footed”. El término “wrong-footed” no tiene que ver con lame duck o pato cojo: hace referencia a cuando un rival deportivo pierde el equilibrio, o cuando a uno lo sorprenden. “Bachelet”, sigue el artículo, “no es el único líder que ha tropezado durante sus primeros años en el poder, pero como la primera mujer presidente en un país donde solo un tercio de las mujeres tiene empleo, su destino ha tomado una magnitud operática”.

Los niveles de la respuesta a este tipo de afirmaciones han rayado lo ridículo: el vocero de la Concertación y presidente del Partido Radical, José Antonio Gómez, considera que es “una forma equívoca de tratar a la Presidenta de la República”, y Camilo Escalona sostiene que lo publicado “ es traspasar una realidad que es la realidad de Estados Unidos a la realidad chilena que es completamente distinta” (¿?).

La reacción desde La Moneda ha estado un poco más arriba que lo anteriormente descrito, pero dista mucho de ser una respuesta normal para un gobierno democrático que conozca el juego de la prensa: no responder. La Presidenta llamó a leer el artículo “enterito” y Lagos Weber apuntó que el artículo no dice que estemos ante un gobierno “pato cojo”, sino que se pregunta si éste no es uno (lo que es cierto, pero no veo que haya diferencia entre una cosa y otra…).

Como sea, le hice caso a la Presidenta y leí el artículo entero. No hay mucha novedad para quienes siguen regularmente la prensa chilena –la nota es para los lectores internacionales, y allí está la lata para el gobierno. Pero cuando uno va al buscador del Financial Times descubre que ésta no es la única nota que Webber ha escrito sobre la Presidenta. Hay otra, con el mismo título, fechada el 19 de septiembre –me imagino que solo para la web– en que se reproduce, sin el insoportable tono de “exclusiva” que por estos lados reviste toda aparición presidencial en la prensa, una entrevista a la mandataria que concluye con una hermética frase:
Sus mea culpas públicos {los de Bachelet}, mejoras parciales {en Transantiago} durante los últimos meses y el objetivo del gobierno de tener un servicio “decente” para diciembre tienen aún que calmar a los indignados usuarios.
-Después de Transantiago, nada me sorprende –dice ella.

¿Qué diablos significó eso? ¿Qué nada puede ser peor que Transantiago? ¿Qué no se sorprendería de una metida de patas peor que Transantiago? ¿Qué está rodeada de mentecatos, y por lo tanto ya nada la sorprende? En fin. Yo tengo la impresión de que aparte de no gustarle el poder –como lo cuenta Marta Lagos en el artículo que desató las iras de la Concertación– a la Presidenta no le gusta tampoco la prensa. O al menos le incomoda mucho.

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