Lo leí entero, PresidentaPor Alfredo SepúlvedaLa Presidenta Bachelet y los medios y corresponsales extranjeros no han tenido una relación fácil.
El Medio Blog reportaba en
agosto de 2006 la partida en falso de la relación entre la Presidenta y los corresponsales, que poco antes se habían quejado con Lagos Weber y Juan Carvajal del “hermetismo de la presidenta” y de “las exigencias de mandar previamente los cuestionarios de las entrevistas”. Ahora tenemos un pequeño nuevo episodio de tirantez a causa de
la nota que realizó la corresponsal del
Financial Times Jude Webber. “En un país que ha sido lento para empoderar a las mujeres, Michelle Bachelet llegó al poder sobre una plataforma de justicia social y paridad de género. Pero tras 18 meses, ¿es la primera mujer presidente de Chile un pato cojo?”
El artículo, periodismo inglés, equilibrado pero no por eso complaciente, duro y elegante al mismo tiempo, ha erizado la delgada piel de la Concertación. En rigor, no responde a la pregunta, aunque al contar toda la larga historia de Transantiago y otros problemas que ha tenido el gobierno, da a enteder que sí. “Ahora, después del Transantiago, y con problemas económicos y sociales en escalada, {la Presidenta} luce wrong-footed”.
El término “wrong-footed” no tiene que ver con lame duck o pato cojo: hace referencia a cuando un rival deportivo pierde el equilibrio, o cuando a uno lo sorprenden. “Bachelet”, sigue el artículo, “no es el único líder que ha tropezado durante sus primeros años en el poder, pero como la primera mujer presidente en un país donde solo un tercio de las mujeres tiene empleo, su destino ha tomado una magnitud operática”.
Los niveles de
la respuesta a este tipo de afirmaciones han rayado lo ridículo: el vocero de la Concertación y presidente del Partido Radical, José Antonio Gómez, considera que es “una forma equívoca de tratar a la Presidenta de la República”, y Camilo Escalona sostiene que lo publicado “ es traspasar una realidad que es la realidad de Estados Unidos a la realidad chilena que es completamente distinta” (¿?).
La reacción desde La Moneda ha estado un poco más arriba que lo anteriormente descrito, pero dista mucho de ser una respuesta normal para un gobierno democrático que conozca el juego de la prensa: no responder. La Presidenta llamó a leer el artículo “enterito” y Lagos Weber apuntó que el artículo no dice que estemos ante un gobierno “pato cojo”, sino que se pregunta si éste no es uno (lo que es cierto, pero no veo que haya diferencia entre una cosa y otra…).
Como sea, le hice caso a la Presidenta y leí el artículo entero. No hay mucha novedad para quienes siguen regularmente la prensa chilena –la nota es para los lectores internacionales, y allí está la lata para el gobierno. Pero cuando uno va al buscador del
Financial Times descubre que ésta no es la única nota que Webber ha escrito sobre la Presidenta. Hay
otra, con el mismo título, fechada el 19 de septiembre –me imagino que solo para la web– en que se reproduce, sin el insoportable tono de “exclusiva” que por estos lados reviste toda aparición presidencial en la prensa, una entrevista a la mandataria que concluye con una hermética frase:
Sus mea culpas públicos {los de Bachelet}, mejoras parciales {en Transantiago} durante los últimos meses y el objetivo del gobierno de tener un servicio “decente” para diciembre tienen aún que calmar a los indignados usuarios.
-Después de Transantiago, nada me sorprende –dice ella.
¿Qué diablos significó eso? ¿Qué nada puede ser peor que Transantiago? ¿Qué no se sorprendería de una metida de patas peor que Transantiago? ¿Qué está rodeada de mentecatos, y por lo tanto ya nada la sorprende? En fin. Yo tengo la impresión de que aparte de no gustarle el poder –como lo cuenta
Marta Lagos en el artículo que desató las iras de la Concertación– a la Presidenta no le gusta tampoco la prensa. O al menos le incomoda mucho.