En casa de herrero…
A ver, a ver. Ruidosa ha resultado la publicación del artículo “Golpe a golpe” en el especial Ego de Caras. Si bien en La Tercera dio para hablar, es en El Mercurio donde hay más preocupación.
La nota no tiene un tono contrario al fotografiado Cristián Zegers e incluso da cuenta de que según los últimos estudios de Adimark el público está evaluando bien sus cambios. Tanto así que he escuchado comentarios que dicen que a Patricia Guzmán, la directora de Caras, le habría salido su parte mercurial porque lo puso como el gran salvador.
El problema es que en el artículo se asume que hay dificultades. Igual que los presidenciables que hacen campaña pero no admiten que quieren llegar a La Moneda, hasta ahora no ha sido lo común que en El Mercurio digan públicamente que, aunque ellos sigan teniendo más suscriptores y avisaje, La Tercera les está quitando influencia. Así por ejemplo, en el Dossier de la Escuela de Periodismo de la UDP del año pasado, venía una columna del gerente general de Copesa, Max Sichel, quien se refería a la batalla por el domingo que hay entre los dos diarios. Frente a eso, su contraparte en El Mercurio, Jonny Kulka respondía con un “¿existe realmente una guerra del domingo?” y agregaba: “El Mercurio ha sido invariablemente el termómetro de la situación del país, y se ha mantenido invariablemente como líder en opinión, lectoría de los sectores medios y altos y, por lo tanto, ha captado más del 65 % de la inversión en la prensa”. En cambio en este reportaje publicado en portada por una revista en papel del bueno, fuentes en off y on admiten el avance que ha tenido el diario que dirige Bofill. A eso se suman declaraciones de políticos que confiesan que hoy La Tercera es su primera opción.
De ahí en adelante, es decir, lo que ha pasado después de que la revista salió a la venta el viernes son puros enredos. Las versiones hablan desde ingenuidad hasta líos con la ética: que en El Mercurio no se tomaron muy en serio el reporteo del tema porque era para Caras y pensaron que iba a ser blando (nunca subestime a un medio), que no les aclararon bien de qué se trataba el reportaje e incluso que hay fuentes que niegan que haber dicho lo que ahí aparece. Lo único concreto es que Caras no ha recibido ningún reclamo ni desmentido formal desde El Mercurio.
Falta eso sí la opinión de Agustín Edwards, el dueño, quien está fuera de Chile y aparentemente regresa la próxima semana. Dos fuentes dicen que mandó a pedir la revista, pero honestamente El Mercurio alimenta tantas fantasías que nunca se puede saber si cosas como esas son parte de la realidad o la ficción.
¿Le importa todo esto a alguien además de a los periodistas? Sería interesante saber cómo le va al número, si vende bien o no. Mi único dato es testimonial y muy acotado: pregunté en seis kioscos de Providencia y en todos se había acabado, pero no dice casi nada.
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