EDUARDO SEPÚLVEDA, subeditor de Reportajes, El Mercurio
1001 Discos Que Hay Que Escuchar Antes De Morir, Michael Lydon y Robert Dimery(Grijalbo). Puede sonar egocéntrico, pero cuando regalo un libro siempre pienso en qué me gustaría que me regalaran a mí. Y aplicaré la misma doctrina en este caso. Para la Navidad le pedí al Viejo Pascuero el libro 1001 Discos Que Hay Que Escuchar Antes De Morir. Creo que es un volumen imprescindible para cualquier persona a la que le gusta la música y/o que quiere estar informada. Creo que los lectores de elmedioblog son gente inteligente e informada y podrían valorar este consejo.
También acabo de encargar Khrushchev's Cold War, de Alexander Fursenko y Timothy Naftali, que es un trabajo increíble de reporteo sobre cómo se vivieron los años más duros de la guerra fría en el Kremlin. Es una mirada muy distinta a la que conocemos en el hemisferio occidental. Creo que para entender la política mundial (e incluso la chilena, en algunos aspectos) es interesante ver las cosas desde el otro lado de la cortina de hierro.
ENRIQUE MUJICA, editor general Qué Pasa
El periodista y el asesino, Janet Malcom (Gedisa). Es la historia de cómo un avezado reportero embauca y seduce a su fuente, un hombre procesado por asesinar a su mujer y sus dos hijas, con tal de conseguir una historia exclusiva. Habla de lo moralmente indefendible que es el oficio del periodista. El proceso de embaucamiento, además, es una gloriosa cita a la pega diaria (de un cinismo brutal y hasta cómico): "A usted, le conviene hablar para narrar su verdad, yo lo ayudaré a contar su historia, confíe en mí y bla bla bla". Es un sinceramiento provechoso. Descarnado eso sí, pero por eso mismo alivia más que abruma: mejor saber lo que uno es -o puede ser-, antes de andar dándoselas de apóstoles por la vida. Imposible no linkearlo con Truman Capote y A Sangre Fría. Léanlo para saber quién termina como culpable.
CRISTÓBAL FLORENZANO, periodista
Phantasmagoria: Spirit Visions, Metaphors, and Media, Marina Warner (Oxford University Press). Un libro acerca de los medios que, pienso, sería triste ver arder en una de las piras del lumpen es éste que se publicó hace pocos meses. Es un ensayo de historia cultural, tan lúcido y entretenido como original y raro, que desenfoca las preocupaciones habituales de la literatura académica sobre medios y se pregunta por la manera en que éstos – desde la fotografía en adelante - han ayudado a transformar nuestras ideas y creencias acerca del más allá. El argumento que desarrolla es tan fantasmal e irreproducible como la conexión entre el cambio tecnológico y el mundo de las apariciones y espíritus que la autora trata de iluminar. Es un libro escrito de una manera muy rara. Sin dar la menor explicación y de manera olímpica, se mezcla el discurso académico – articulado y saturado de referencias – con una asociación libre y disgresiva que, en algunos pasajes, tiende a desmadrarse y volverse abiertamente delirante. En su favor hay que decir que el libro está poblado densamente de historias, muy bien contadas y elegidas con buen ojo y humor, que enfrían la fiebre asociativa que tiende a dominar a la autora. Uno termina la lectura del libro sin sacar absolutamente nada en limpio, con la impresión extraña de haber leído un trabajo a la vez erudito y penetrante y completamente descentrado y demente, con un montón de ideas, observaciones y anécdotas flotando desordenada, es decir agradablemente, en la cabeza.
CECILIA RODRÍGUEZ, coordinadora Escuela de Periodismo UAH
Las nieblas de Avalón, Marion Zimmer (Salamandra). A mediados de año, la reforma al sistema provisional reflotó la discusión por igualdad de géneros (¡tema que me carga!). No somos iguales y ya (lo de los derechos es otra cosa). Marion Zimmer lo sabe. En Las nieblas de Avalón narra la leyenda del rey Arturo desde la mirada de los personajes femeninos. Toda la magia y encanto de una historia ya conocida pero con la suavidad y fuerza de estos personajes menos conocidos. No es un libro nuevo (la primera edición es del 2000). Pero me encontré con él hace poco, y con una pequeña dosis cada noche, he vuelto a sentir esa magia que me provocaba la lectura de cuentos antes de ir a dormir. Bueno para la navidad, para soñar un rato (total, para temas de comunicación tenemos todo el próximo año).
CARLOS PEÑA, abogado y rector de la UDP
Che Guevara. Una vida revolucionaria, Jon Lee Anderson. Acaba de salir en Anagrama -a pesar del grosor la edición es perfecta y es cómoda- y ya no hay pretextos para no leerlo. Se trata de la espléndida crónica biográfica escrita por Lee Anderson acerca de la vida del Che. Él, como todos sabemos, fue un tipo inflamado por dos o tres ideas y, como todos los creyentes, capaz de hacer cualquier cosa para homenajearlas. Y por eso vale asomarse a su vida. Pero el libro de Jon Lee Anderson no tiene sólo ese valor biográfico. Es además un modelo de escritura de no ficción que, sobre todo, escarba en la memoria de los cubanos la formación de ese mito que hoy día adorna camisetas y vasos y que en la última de sus fotos (el libro trae espléndidas) se parece tanto a Jesús. No es un libro sobre medios. Es más que eso: es una muestra del tipo de escritura que pueden contener los medios.
Sugiero leer también Borges de Bioy Casares (Buenos Aires, Destino, 2006). Si usted creía que ganarse la confianza de alguien y luego traicionarla revelando lo que en un momento de debilidad confesó era cosa de periodistas (según enseña J. Malcolm en El periodista y el asesino) estaba equivocado. Eso también lo hacen los escritores. Lo hizo Bioy Casares meticulosamente durante casi sesenta años y de eso da testimonio en las más de ¡mil seiscientas páginas! de este diario.
CAMILA BERGER, directora de arte de revista Paula
Guía para comprar una revista. En general la gente prefiere regalar libros que parezcan bien inteligentes (aunque no los hayan leído) a una revista. Las menosprecian aún cuando éstas -y aquí empieza mi defensa y mi incentivo para que las regalen- publiquen a las mejores plumas del mundo y también a los mejores fotógrafos... Impresionante... y sólo porque se venden en kioskos. Eso sí, aclaro que para efectos de esta guía voy a obviar que los kioskos chilenos son los peores surtidos del planeta y que la única manera de encontrar buenas revistas es en las librerías, y voy a hacer como que viviéramos en el mundo real:
1. Defina su objetivo: no es lo mismo regalar por el contenido que por el diseño, por lo tanto, usted podría regalarle Details, para hombres metrosexuales con refinadísimos gustos en ropa, a una mujer aficionada al diseño. La revista ha ganado todos los premios de la SPD, manejan como nadie el mundo de las infografías, los números y la tipografía.
2. No se confunda: la moda está muy cerca del arte. La revista Vogue es muy confusa, cada país tiene una y claramente no son lo mismo. La mejor y la única que recomiendo para regalo es la Vogue Italia. Publican los mejores fotógrafos, entre otros, Bruce Weber, Steven Meisel, Peter Lindbergh y Paolo Roversi. Pero aún más importante es que se adelantan a las tendencias varios años, no solo en ropa sino en conceptos fotográficos y diseño. A veces es difícil entenderla, pero todos sus números son un clásico. Es una revista que se arriesga y un gran regalo, pero solo para gente que sepa apreciarlo porque es cara.... en Chile cada número cuesta alrededor de $20.000. La otra que también es cara pero es un clásico es la W, su formato es magnífico y sus fotos de moda de las mejores.
3. Diseño para diseñadores: hay revistas que son para los diseñadores como la mecánica popular para los mecánicos. Cualquiera de ellos apreciaría Print, How o Eye. La primera toca muchos temas de ilustración y está llena de avisos de agencias de fotos bien buenas, además de muestras de papel y nuevos diseñadores, son cuatro excelentes números al año. La How es temática, bien técnica y se preocupa mucho de los negocios.
4. Para el modernillo que quiere vivir en Londres o en NY: ID, Nylon, Paper, son revistas de pura tendencia y taquilla. La ID es un poco más punky y muy coleccionable. Gente muy importante ha estado en sus clásicas portadas guiñando un ojo.
5. Dos obviedades: Big y Colors
16 Comments:
por si Camila Berger ve esto: dónde exactamente se puede encontrar acá en Chile la Vogue Italia (o por último algunas de las otras recomendadas), aunque sea a 20 lucas???
Una especie de post
El Mostrador.cl, 26 de Diciembre de 2006
Los libros del año
por Artemio Lupín
Leo en El medio blog, de Angélica Bulnes, los títulos que 34 ilustres del mundo de los mass media consideraron como aquellos que “podrían interesarle a la gente a la que le gustan los medios y el periodismo”. Como toda elección, ésta es, sin duda, arbitraria y atrabiliaria. ¡Era que no! Pero de cualquier forma no dejaron de llamarme la atención algunos ‘’tics’’ de nuestra elite intelectual y comunicacional que se transmiten por ósmosis en la famosa listita. Y como nadie me invitó a dar mi opinión, igual decidí meter mi cuchara en forma inconsulta, pese a que, reitero, nadie me ha dado velas en este entierro.
Pero antes de la nómina a lo Nick Hornsby, algo sobre los tics de los notables. De los 34 encuestados vía mail por Angélica (no la conozco, pero me cae bien), doce –es decir, casi un tercio de ellos- se sienten en la obligación de citar títulos en inglés para demostrarnos lo políglotas y viajados que son.
Es más: un despistado al que se le perdona el nombre menciona películas en vez de libros, pero lo hace en inglés, of course... Y el ecléctico Fernando Paulsen recomienda “Un matemático lee el periódico”, de John Allen Paulos (Tusquets), pero recuerda que también está disponible una versión del mismo en la lengua de Shakespeare, porque la traducción no es muy feliz.
¿Será por eso que los chilenos tenemos fama de pro-yankis en Latinoamérica? ¿Vocación de cipayos o simple deseo de presumir? Busco la definición de siútico en el diccionario y encuentro dos. La primera es de la RAE: 1. adj. coloq. Bol. y Chile. Dicho de una persona: Que presume de fina y elegante, o que procura imitar en sus costumbres o modales a las clases más elevadas de la sociedad. La segunda sostiene que “la palabra ‘siútico’ en Chile se refiere a una persona que presume ser muy elegante, o sea un ‘snob’. Esta palabra viene del inglés ‘suit’, que quiere decir traje...”
La lista es larga y sesuda, pero yo me quedo con dos proposiciones, que por otra parte no tienen nada que ver con el periodismo. O por lo menos no con el periodismo de los manuales españoles, que sirven para sacar adelante el “pituto” de dar clases en alguna universidad, aunque dudo de su utilidad real a la hora del reporteo o la experiencia directa en una redacción. Me refiero a “Ilusiones perdidas”, de Honorato de Balzac (la sugerencia de Pedro Gandolfo, el editor de Artes y Letras) , Y “Troya y Homero, hacia la resolución del enigma”, de Joachim Latacz (Ediciones Destino), la recomendación de Beltrán Mena, simplemente porque rayo con la antigüedad clásica, como ya se habrán dado cuenta si me han leído más de una alguna vez.
A los demás, en su inmensa mayoría, les digo “no, gracias”, porque a alguien que se desayuna y se acuesta con el periodismo en su cabeza, como un sueño recurrente, lo que menos se le ocurre es más de lo mismo cuando hablamos de literatura gratificante. Sospecho (no lo he estudiado estadísticamente) que a los que más les interesan esos temas es a aquellos que nunca han reporteado y que entraron al periodismo por la ventana o por un puesto jerárquico heredado desde la cuna. Como es el caso de Felipe Edwards, subdirector de La Segunda, que propone “Los elementos del periodismo”, de Bill Kovach y Tom Rosenstiel (Ediciones El País).
Lo divertido, en todo caso, es la justificación: “Conozco a pocas personas en nuestra profesión en todo el mundo que estén a la altura de Bill Kovach por su experiencia, honestidad, transparencia, profundos valores éticos (la negrita es mía). Los autores se concentran en el ejercicio del periodismo en Estados Unidos, pero sus reflexiones son válidas y adaptables para cualquier país en donde se valorice la libertad de expresión”. Es decir, “el diablo vendiendo cruces”, como diría mi abuela, para cualquiera que conozca algo sobre la historia reciente de El Mercurio en nuestro país y lo que dice al respecto, por ejemplo, el Informe Church.
Otras ''joyitas'': un libro sobre management(¿?)(Lorena Medel, revista Capital); una guía para comprar revistas de papel couché (Camila Berger, directora de arte de Paula); y un texto sobre la saga artúrica (Cecilia Rodríguez, académica de la UAH), el toque naif y tiernucho propio de la Navidad.
Lo de Carlos Peña, por otro lado, no está mal (biografía del Che Guevara, de Jon Lee Anderson) y tampoco lo de Miguel Paz (Galimberti: De Perón a Susana. De Montoneros a la CIA, Marcelo Larraquy y Roberto Caballero), salvo en la “caída” de comparar a los montos con el MAPU.
Y sin más que decir pasó, entonces, a lo mío. Mi propia lista de opciones para posibles regalos atrasados o armar bibliografía para el verano. Si es que existe la posibilidad de tomarse algunos días lejos del mundanal ruido y de las sandeces del revival pinochetista o el último escándalo de corrupción, promovido por Jorge Schaulsohn con el gentil auspicio de La Tercera.
1) Metamorfosis, Ovidio. Publio Ovidio Nasón (43 a.C.-17 d.C.) recrea los mitos fundacionales de la imaginería greco-latina. Bellamente escrito, no por nada se ha mantenido más de veinte siglos más lozano que nunca y ha sido fuente de inspiración inagotable para pintores, escultores y artistas de variada musa.
2) Historia de los griegos, Indro Montanelli. Un paseíto o sobrevuelo por el mundo de la Hélade. Desde su vida cotidiana hasta la filosofía de Epicuro, un señor que, pese a las deformaciones posteriores que ha sufrido su doctrina, sólo se alimentaba de pan y queso, y no tenía nada que ver con la gula, la glotonería o el sibaritismo. Imperdible la teoría de Montanelli sobre la decadencia de los griegos. A los helénicos, dice este polígrafo italiano, los habría “matado” la globalización; es decir, cuando la polis les quedó chica y se expandieron demasiado por el mundo.
3) Cuentos imprescindibles, Anton Chejov. Editado por Lumen, con prólogo de Richard Ford. Ideal para encargarlo a alguien que viaje a España o Argentina, porque acá debe salir, sospecho, un poco carón.
4) 2666, Roberto Bolaño. Una sola prevención: No lo compren en Mendoza, a riesgo de ser estafados. Yo me ensarté como un gil. Para ahorrarme unos cuantos pesos, adquirí esta meganovela en la vecina ciudad de allende los Andes. Craso error: me leí todo el libro, las mil y tantas páginas, porque siempre es un placer leer a Bolaño, y al final descubrí que le faltaba un folio decisivo –diez o doce páginas justo antes del desenlace-, lo que fue bastante frustrante, por decir lo menos. Parece que Anagrama argentina imprimió una versión fallida y en vez de destruirla, como hubiese correspondido, decidieron venderla en la frontera a quienes están de paso en la ciudad y no pueden volver a reclamar. Una clásica avivada porteña que tiene a los ''chilenitos'' como víctimas predilectas.
5) Cantos, Catulo. Los “Catulli Carmini”, una gema que también pasó la prueba de los dos mil años y sigue ahí, moderna y vanguardista. Cayo Valerio Catulo era un joven patricio, del siglo I a.C., que vivió sólo 33 años y formó parte de la escuela de los llamados neotéricos o “poetas nuevos”. Corriente que se inspiraba en la poesía griega alejandrina de Calímaco y otorgaba gran valor a la concisión y el epigrama. Catulo despreciaba al poder y escribió ácidos poemas atacando a Julio César, que era amigo de su padre, y a su círculo de corruptos lugartenientes. U ''operadores'', como se dice ahora.
Celebró también la sexualidad desenfada y abierta en sus textos dedicados a su amada Lesbia, nombre que ocultaba el de una dama bella y licenciosa, y además casada, que lo castigó con múltiples engaños. Un buen ejemplo de su poesía beatnik es el siguiente: “La mujer mía dice que prefiere no entregarse a nadie más que a mí, ni aunque el propio Júpiter se lo pida. Lo dice: pero lo que una mujer dice a su amante ansioso, debe escribirse en el viento y en una corriente de agua". Y privarse de ella sería, en palabras de Jorge Luis Borges, un curioso ascetismo. Sobre todo considerando que una muy buena edición bilingüe de esta obra se puede encontrar, gratis, en esta dirección de internet: http://www.babab.com/biblioteca/books/rosario_gonzalez.pdf De modo que no hay excusas, hay que puro leerlo y disfrutarlo.
alupin@elmostrador.cl _________________________________________
Que rico que le caigo bien a Artemio pero en relación a su columna me llama la atención lo fácilmente impresionable que es este señor que cree que alguien es muy viajado y políglota simplemente porque puede leer un libro en inglés más o menos de corrido.
Para que quede claro, YO les dije a los invitados de este especial que si querían recomendaban en inglés. La razón es muy simple. La mayoría de los visitantes de este blog son profesionales o aspirantes a serlo. En ese caso poder al menos leer en inglés no es precisamente algo para cachetonearse sino que una necesidad. Lo siento mucho pero es así no más.
Angélica: Con todo respeto, tú eres la dueña del blog y fijas las reglas del juego. En ese sentido, el yo con mayúsculas tal vez sobra (está sobreentendido). Soy profesional, entiendo el inglés escrito y lo uso no pocas veces. Pero sigo pensando que es un tanto siútico hacer exhibicionismo del uso de la lingua franca del imperio sólo con fines de impresionar al mencionar libros ya traducidos, como el de Woodward. Estamos en Chile y no en Oxford o en Harvard, si es que no me equivoco. Y creo que un francés o un italiano medianamente cultos reaccionarían igual frente a este exceso de anglofilia de cuarta.
Te saluda, siempre con cariño, Artemio Lupín
La última Vogue Italia me la compré en ese kiosko librería de el estacionamiento de plaza Perú, hace como 3 semanas.
Al resto les perdí la pista porque me suscribí, y antes me las compraba en Libro´s, en Pedro de Valdivia y ya no está. Hay un mini kiosko en el parque arauco, que ahora abrió uno más grande en el bulevard que se llama books & retail, a veces tienen revistas de las que te nombré pero no siempre, tienen más de arquitectura.
eso por el momento.
PD: en todo caso suscribirse y tener casilla en eshopex está bastante bien
gracias!
Libro's es ya un mito casi, qué pena.
¿Qué es más esnob? ¿Recomendar a Ovidio como lectura de verano o un libro en inglés de Bob Woodward que hasta donde sé, no ha sido traducido? Los que sí están traducidos son los otros dos de la trilogía, “Plan de Ataque” y “Bush en Guerra” (los menciono por sus títulos en español para que nadie llore).
¿Qué es más posero? ¿Descalificar a alguien porque disfrutó con una novela sobre el Rey Arturo o recomendar a Catulo como una buena lectura de playa? Hay que ser muy gil para ofenderse y más encima andar fijando estándares sobre qué se puede leer y recomendar (Marion Zimmer Bradley, no. Chejov, sí, siempre y cuando sea una traducción al español. Se lo puedes pedir a alguien que sea “viajado” y vaya a España). Si eso no es ser esnob, no sé qué es.
Por cierto, la lista era sobre libros periodísticos recientes. Recomendar algo que calzara con el tema no es el equivalente a “desayunar y acostarse” con el periodismo, sino seguir las instrucciones. La mayoría de los libros nuevos sobre el asunto se publican en inglés. Como fue el único libro relacionado que leí este año, ése fue el que recomendé. Mis limitados conocimientos y currículum no me dan para ser parte de ninguna lista de “ilustres del mundo de los mass media” ni tampoco para recomendar algo mejor…
Cuando chico, recuerdo haber leído una historia del ladrón francés Artemio Lupín en que se enfrentaba a un detective llamado Herlock Sholmes. Su autor, Maurice Leblanc, era cómico, todo lo contrario de ti. La leí en español pero si supiera francés, hubiera preferido leer el original. Si pudiera leer a Chejov en su idioma, también lo haría.
Cada día hay más gente que aprende inglés. Recomendar un libro en la “lengua franca del imperio” (esa si que es una expresión siútica) no tiene nada de especial salvo para la gente que se molesta con estupideces. Yo creo que la palabra clave aquí no es “siútico”, sino amargado.
Punto 1: Yo leí libros del año y no libros de verano. Me equivoqué de especial, por lo visto. Disculpa mi analfabetismo funcional, si es que no supe entender las sagradas directivas.
Punto 2: No sabía que Ovidio solamente se puede leer en invierno, o en su defecto en otoño o primavera. Claro que las Pónticas y las Tristes no son Matthew Pearl ni Isabel Allende y en general se las estima contraindicadas para Maitencillo o Zapallar. Pero, bueno, desconocía estas prescripciones estacionales tan estrictas.
Punto 3: Es snob o posero leer a Catulo en la playa, ¡mira tú...!
Punto 4: ¿Las instrucciones decían "libros periodísticos recientes" o libros "que por alguna razón usted considere que podría interesarle a la gente que le gustan los medios y el periodismo"? ¿En este último caso, los periodistas solamente deben leer libros de periodismo o qué? ¿O es que acaso, Baeza, no entiendes lo que lees?
Punto 5: Difícil que hayas leído sobre algún Artemio Lupín nacido de la pluma de Maurice Leblanc. Tal vez sí sobre Arsene (no tengo los acentos franceses para ponérselos) Lupin, aunque ésa es otra historia.
Punto 6: Los insultos como estúpido o amargado (cosa que, en realidad, pensándolo bien, no es tan insultante en el país de Bilz y Pap y Tontilandia) los prefiero en la cara y no a través de un blog. Y si crees que no existe el imperio, pregúntale a los iraquíes que piensan ellos.
Arsenio/Artemio, estimado Perro, con eso de los insultos cara a cara, ¿estás desafiando a una pelea a puñete limpio? No seas infantil. Tu columna es muy estilo perdonavidas y bastante insultante en un medio electrónico, o sea, algo bien parecido a un blog muy visitado como éste. "34 ilustres", "la famosa listita", "vocación de cipayos", "lista larga y sesuda", "entraron en el periodismo por la ventana", en fin, que no te ahorras los sarcasmos, las descalificaciones y los insultos, con el agravante de que lo haces bajo un doble anonimato, como columnista y como bloggero (o bloguero, si te pones sensible con los anglicismos). Y, perdona que te lo diga, suenas bien resentido, aunque no me queda claro por qué.
A los convocados, gente que lee y conversa en este blog, nos quedó bien claro que el tema era propio del blog, es decir, referido a los medios, recomendaciones interesantes para quienes leen y conversan sobre los medios (de paso, aclaro que no soy periodista, sino uno de los rifleros usualmente tan denostados por los colegas colegiados). Si tú leíste mal, como parece que quisieras reconocer, de mala gana, en tu respuesta a Gonzalo Baeza, bueno, asume y no ofrezcas combos en vivo y en directo.
Por último, alguien ilustrado podría decirte que Montanelli es un charlatán que habla de Grecia y Roma con el mismo desparpajo de Asimov y su historia universal. Pero, como dice el lugar común, no hay periodistas (o rifleros) ilustrados.
Rodrigo:
Empecemos por el final. Si Indro Montanelli fue un charlatán, le fue bastante bien con su víbora. Su bibliografía registra más de cien libros escritos durante su larga y prolífica vida (datos en http://www.fondazionemontanelli.it/bibliografia.htm).
Sobre lo que a mí directamente me involucra, es distinto, creo, una columna escrita con el recurso legítimo de la ironía y el sarcasmo (por lo de los "ilustres", por ejemplo) a una descalificación en toda la línea como la de Baeza.
Releyendo la columna, veo críticas de fondo a Felipe Edwards del Río, por citar el caso más evidente, y otras más lúdicas y en tono de chanza, como las referencias a la persona que eligió "Las nieblas de Avalón", lo que me parece, en definitiva, mucho más honesto y pretencioso que otras tantas elecciones. Aunque, por último, gustos son gustos y ya se sabe que sobre esa materia no hay nada escrito.
Para finalizar, ilustres se parece a ilustrados y debe tener, sin duda, una raíz etimológica común. Tu actitud de riflero o periodista (me da igual), de saltar en defensa de Baeza, me hace pensar en un patio escolar donde llega alguien nuevo y aparece un guardián de ortodoxia para recordarle las reglas que imperan en ese lugar y que se debe ceñir a ellas.
A esta altura de mi vida, Rodrigo, estoy harto de los guardianes de la ortodoxia, y la verdad es que prefiero el humor, aunque algunos, a veces, no entiendan sus códigos. Algo raro en un amigo de Andrés Braithwaite, sarcástico y punzante por excelencia.
Otros, en cambio, sí lo hicieron. (Gracias por tus comentarios, Miguel Paz)
Firmado: Artemio Lupín (que ahora descubre que tampoco hay derecho a usar seudónimo)
Derecho a seudónimo tiene todo el mundo, pero juegas con ventaja: sabes más de mí que yo de ti, pero, a fin de cuentas, tienes razón: da lo mismo.
Si Montanelli escribió más de cien libros y tuvo éxito, ¿significa que deja de ser un charlatán? Viniendo de un amante de los clásicos, eso sí que me sonó a diablo vendiendo cruces.
Y termino: no entré a defender a nadie, sino a participar en un debate con mi ilustrada opinión.Si te sentiste retado como escolar pillado en falta, bueno, no es culpa mía. Y hablando de ortodoxias y humor, vamos, Arsenio/Artemio, me recordaste al Padre Gatica.
Respondí a tu comentario simplemente porque dijiste que recomendar un libro en inglés de Woodward era tratar de “impresionar” (¿a quién? ¿a la gente que cree que hablar inglés es símbolo de alcurnia?). Ya que te referiste a mí y más encima te equivocaste porque el libro no ha sido traducido, no veo qué tiene de malo contestarte. A Rodrigo no lo conozco, pero me llama la atención que te molesten los guardianes de la ortodoxia cuando fijas reglas como: “recomendar libros en inglés es ser cipayo del imperio" y “no leer novelas sobre la saga artúrica”.
Ya que te las diste de médium o psicoanalista y descubriste que el recomendar y leer libros en inglés esconde un deseo de demostrar lo “viajado” y “políglota” que es uno, déjame hacer lo mismo contigo. Nadie te regaló nada ni te vino a ver para la navidad. Si eres la mitad de lo resentido de lo que se refleja en ese comentario, no los culpo. Como quedaste tan picado, decidiste vomitar tu rabia en una columna. Desesperado por atención, copiaste y pegaste tu artículo en dos partes distintas del blog esperando que alguien enganchara con tu argumento que prohíbe hablar y leer en inglés (según tú, un intento por demostrar un falso pedigrí). Cuando la persona detrás de este blog te explica en tono amable por qué permitió las recomendaciones en inglés, le respondes: “Estamos en Chile y no en Oxford o en Harvard” y denuncias una “anglofilia de cuarta”. ¿Y luego te molestas porque te dicen amargado? Me llama la atención ese apego tan celoso a un hispanismo de quinta. Debe ser aburrido esperar a que doblen las películas para poder verlas. Todo sea por mantenerse firme frente al “imperio” (del cual, por cierto, nunca negué su existencia). Me convenciste. No vuelvo a leer en inglés ni hacer aspavientos con el asunto. Ahora solamente te falta convencer al resto del mundo que leer libros en inglés es tener vocación de cipayo.
Una cosa más. No te acusé de estúpido, sino de molestarte por estupideces. Lo que sí te dije es amargado. No puedo decírtelo en la cara porque vivo al otro lado del mundo (debe ser porque soy “viajado”) y, además, porque tampoco has dado la cara. Yo también preferiría que no me amenazaras a través de un blog, pero qué le vamos a hacer.
Artemio: no soy una experta en ironía, pero cuando la veo (o la leo) la reconozco y lo tuyo a mí no me parece irónico sino que mala onda no más.
Dicho eso, vuelvo a lo del inglés: como te decía cuando hice el especial le dije a los que querían recomendar en inglés que lo hicieran sabiendo muy bien que era probable que apareciera alguien como tú reclamando y tenía ganas de que pasara para poner el tema.
Tengo alumnos que van a ser periodistas a los que es imposible pasarles hasta un recuadro en inglés porque simplemente no saben y no están haciendo nada por aprenderlo. Argumentos como los tuyos les facilitan mucho la vida porque claro, enterarse de que se están publicando en inglés, no es una prueba de que no saberlo es una limitación, sino que es culpa de los otros que son unos siúticos.
Con todos los recursos disponibles en Internet (y no em salgas con que no todos tienen acceso, si escribes en un diario electrónico), es bastante más fácil aprender, así que no hay excusas. Si a ti te molesta que la gente recomiende allá tú. Yo lo encuentro excelente primero porque hay muchas, muchas cosas, que no se traducen, otras tantas que se traducen asquerosamente y por último, ya que a ti te preocupa tanto que la información sea accesible para todos, déjame contarte que la mayoría que en muchas oportunidades sale mucho más barato encargar los libros que comprarlos en una librería acá.
de todos modos te agradezco que pusieras el tema.
Angélica:
Luego de haber sido tratado de "resentido" y de "amargado" por haber deplorado el uso a mi modo de ver exagerado del inglés, en circunstancias no siempre justificadas, de ciertos miembros de la elite opinante de nuestro medio, por llamarla de algún modo, no quiero exponerme a agregar a la lista de denuestos en mi contra la de majadero. Por lo cual creo que ya he dicho lo mío y no corresponde insistir en la misma línea de argumentos.
Sólo te diré, para tu tranquilidad, que no soy cómplice del "rincón del vago" ni de sacarle la vuelta al estudio, inspirado en ninguna excusa (a propósito de la mención a tus alumnos).
Como te dije antes, tú eres la dueña del blog y tú fijas las reglas. Además, lo considero un espacio importante y original de debate de ideas sobre los medios y por eso lo he recomendado y propagandizado insistentemente (algo que seguiré haciendo), por más que mi espíritu jacobino se resienta con cierta predominancia, a nivel de opinión, de un sector que ya tiene muchos -demasiados quizás- medios a su alcance para expresarse.
Pero, bueno, "la libertad es libre", es lo único que puedo agregar, aunque suene terriblemente tautológico. Y siempre hay contrapesos que hacen que siga siendo grato leer tu blog.
Con respecto a "State of Denial", que fue el factor gatillante de alguna forma de esta pequeña polémica, no estoy absolutamente seguro, pero creo que está traducido al castellano. De otro modo, el diario argentino Clarín no hubiera publicado un anticipo de este texto, se me ocurre... De lo que si estoy seguro es de que yo y el señor Baeza, vivimos en mundos completamente diferentes (y no me refiero sólo a aspectos geográficos)
PD: Si pegué dos veces el post, fue sólo por impericia no por afán de figuración, de modo que obviamente puedes borrar el que te parezca que está de más. Te saluda, Artemio Lupín
Que vives en otro planeta nos quedó claro hace rato. Yo creo que Baeza y Pinto tienen razón, pese a que la palabra “resentido” perdió toda credibilidad desde que la empezaron a usar las viejas pinochetistas. Hay algo de rabia no resuelta en tu crítica, la que por lo demás, no es muy chistosa. Me llama la atención (y esto va para todos) cómo un debate entre gente inteligente puede caer tan rápido en infantilismos como las amenazas veladas de alguien que más encima escribe con seudónimo. Tampoco entiendo esa actitud de algunos autodefinidos intelectuales de estereotipar a todos los que no están de acuerdo con ellos (veranean en Maitencillo, leen a Isabel Allende, etc.). Esta era una discusión sobre recomendaciones de libros. Estás en tu derecho a criticarlas, incluso aunque lo hagas desde una columna en El Mostrador, que es el equivalente a atacar desde un diario mural. Si quieres sigue despotricando contra la supuesta “elite intelectual” de este país, aunque me parece que lo que más te molesta es que tu nombre no figure junto al suyo en la lista. Quizás para el próximo año, si te portas bien y superas tus problemas de actitud. Lo que no entiendo es la molestia con el inglés. Mi inglés es como el ajo, pero me encantaría mejorarlo y poder leer un libro en otro idioma. Pregúntale a los mexicanos que inmigran a gringolandia si es que hablar inglés es de siúticos o si en verdad sirve.
-AP
(Lo otro que no te acepto es que ataques al gran “Tantogusto”, lejos lo mejor de la lista, títulos en inglés o no).
Ai am sou sorry for javing to ius inglich, bat de truz is dat most of de táim yóurnalism buks transléited intu espánish ar a ríal mes, ful of "españoladas" dat ar sou fórein tu mi as sam sort of yúvenaial esláng from, séi, Minessotta. Ai sinc dat if yu nou a lánguach, yu jav tu ius it. Bisáids, it is not chainís, only ínglich... oldó in sam yíars from náu ai güil bi próbabli compléining bicós a banch of esnób intelékchuals ar ricoménding buks in chainís.
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