¿Puede una polera convertirse en un medio de comunicación?

Esta es la historia de un medio de comunicación fallido. Hace cerca de un año que no consigo que la Telefónica me mande la cuenta del teléfono fijo. Como nunca me entero del vencimiento, o me atraso o me cortan el servicio y para recuperarlo pago sin tener idea qué es lo que me están cobrando. He llamado seis veces para reclamar: nunca me han dado una solución. Como gran concesión dos veces se ofrecieron a mandarme la cuenta que no me había llegado por mail y se demoraron tres días.
La respuesta a mi penúltimo reclamo fue que era culpa del correo y que llamara para allá. Le pregunté al cartero y me dijo que no era cierto. Le creo no sólo porque parece una buena persona sino que porque además ¿para qué querría quedarse con mi cuenta?
La última vez que marqué llamé a la compañía de teléfonos ni siquiera logré comunicarme con un ser humano. Después de 45 minutos escuchando “contrate nuestro nuevo servicio…” de pura impotencia insulté a gritos a la grabadora. Pero como ya sabía que estaba atrasada y me iban a cortar otra vez el teléfono (porque para eso si que son eficientes) corrí a la sucursal más cercana. En el local estaba la escoba: todos estaban reclamando a gritos por distintos motivos mientras el guardia trataba de echar a un señor de bastante edad que llevaba el pandero. Mientras miraba me acordé de ese aviso de la televisión que decía “usted no está solo” y siguiendo el consejo de unos amigos decidí dejar de tratar de entenderme con ellos e iniciar la campaña “Yo también odio a la Telefónica”. Para eso armé un blog con el mismo nombre. El problema es que como todo esto ocurrió en un día de furia se me olvidó la clave. Por más que me concentro no me acuerdo así es que ahí está la página abandonada y el nombre inutilizado.
La campaña también contemplaba hacerme una polera con el lema “Yo también odio a Telefónica” como un testimonio personal de mi molestia con la empresa. Como es verdad que en esto no estoy sola, cada vez que lo comentaba crecía la lista de interesados en tener la suya. Todavía no la hago, y aunque tengo algunos diseños listos y creo que podría ser hasta un buen negocio, la verdad es que a mí no me interesa lucrar con esto ni convertirme en proveedora de poleras: solo quiero que me manden la cuenta del teléfono. Quería en realidad, porque a esta altura creo que es mejor cortar por lo sano y cambiar la línea. Sin embargo, pongo a disposición del que quiera la idea de hacer la polera. Tal vez si cada uno se preocupa de tener la suya, la compañía de teléfonos se interese más en sus clientes.