El medio blog

Un medio dedicado a los medios.

Wednesday, October 11, 2006

Comunicación política

Tiempo atrás, el 29 de agosto, me tocó moderar un foro de la cátedra Alberto Hurtado en el que participaron Nicolás Eyzaguirre y Sebastián Piñera. Digo “moderar” por ponerle un nombre, porque mi papel se limitaba a estar sentada entre ellos, sonreír, saludar, darles la palabra y tratar de quitárselas, sin mucho resultado, cuando se alargaban. El tema era “la agenda social 2006-2010: ejes desde las políticas públicas” y estuvo interesante e incluso entretenido. Ayudó bastante que cada cierto rato los dos panelistas cayeran en el ataque personal. Nada grave, pero una que otra pesadez. Ese fue justamente el tema en que se centró la nota - y no es una crítica- "Eyzaguirre y Piñera se descueraron" que publicó al día siguiente LUN en la que pueden ver los detalles.
Desde adelante yo podía ver cómo aumentaba el interés del público, principalmente estudiantes universitarios, en los momentos de tensión entre los panelistas. Por eso, durante el foro me acordé de un artículo que leí hace tiempo para un trabajo y que no pude encontrar hasta ahora. Se llama
“The New Videomalaise: Effects of Televised Incivility on Political Trust” y fue publicado en febrero del año pasado en American Political Science Review; lamentablemente no está disponible por completo en internet.
Ahí los investigadores parten de la premisa de que si bien en la política la discusión no solo es inevitable sino que deseable, se escuchan quejas de que los debates se han vuelto muy extremos y confrontacionales. Por eso los autores se preguntaron por la forma en que se expresan los desacuerdos políticos y si la agresividad que se ve en la televisión afecta la confianza en los actores e instituciones políticas. Para evaluarlo realizaron tres experimentos. Contrataron actores profesionales que hicieron el papel de candidatos al congreso en un programa de televisión falso que parecía real. Con un guión preparado hasta el último detalle, los supuestos candidatos discutían sobre temas contingentes como la regulación del tabaco o los impuestos. Cada uno de los experimentos tenía dos versiones del talk show en las que se discutían exactamente los mismos temas y se usaban iguales argumentos. La única diferencia es que en una los candidatos eran extremadamente educados entre ellos (con frases como “no estoy en desacuerdo con todos tus puntos Bob, pero…” o “me alegra que Bob haya recalcado ese punto…”) y en la otra se interrumpían, subían la voz y se atacaban, aunque sin exagerar.
Por otra parte, se contrató a estudiantes universitarios y profesionales para que participaran en un estudio del que solo se les adelantó que implicaba ver televisión. Divididos en grupos, cada participante –el público- vio solo una de las versiones del programa, tras lo que se les pidió que contestaran una serie de preguntas para identificar sus estados emocionales y opiniones. ¿Qué resultó de todo eso? Que los grupos que habían visto la versión agresiva mostraban más desconfianza hacia la política y que este efecto era extensivo, es decir no sólo afectaba a los protagonistas (los candidatos) sino que tras la exposición a la “incivilidad” en televisión también bajaban los niveles de confianza en el congreso, los políticos en general e incluso, en todo el sistema de gobierno estadounidense. Pero al mismo tiempo, el público de la versión blanca obviamente encontró el programa mucho más aburrido que el que vio la otra y se mostró menos proclive a seguir viéndolo que la audiencia del confrontacional. Según los autores esto demuestra que “desafortunadamente, el tipo de presentación del conflicto político que tiene más probabilidades de atraer a las audiencias y conseguir buenos resultados para la televisión no parece ser el que mejor sirve a los ciudadanos democráticos”. Un círculo vicioso.

12 Comments:

Blogger Alfredo Sepúlveda said...

Anoche vi "Medianoche". Invitados: Iván Moreira y el Alejandro Navarro. Os digo algo. Navarro hace que Moreira parezca simpático. ¡Qué tipo! Navarro sí que sabe apelar al cuento agresivo. Se escabullía como loco de las preguntas, pero por Dios que uno se quedaba pegado viéndolo.
Lo que me lleva a otra cosa. Por Dios que somos flojos. No es la tele la culpable de que a los espectadores nos guste la cosa agresiva. Somos nosotros mismos. Por flojera. Exije mucho más a la cabeza ponderar argumentos reposados que comerse un soundbite virulento. Exije más esfuerzo mantener la atención sobre algo fome pero importante que sobre algo supuestamente violento pero intrascendente. No es un tema de "malos" contra "buenos", es un tema de "inteligentes" que han estudiado los hábitos de una sarta de flojos tontos. Pura y santa flojera de los espectadores, señoras y señores. Y no digo "de este paíh", porque el fenómeno es mundial. Pero en lo que respecta a nosotros, brillan mucho más los Navarro -y los Moreira- que los... bueno, eso prueba mi punto. De puro flojo que no puedo mencionar a ningún diputado o senador piola, que no figure y que haga bien su pega. ¿Por qué? Porque sigo el desfile de vedettes y no me intereso en lo que me debería interesar.

4:04 PM  
Blogger Gonzalo B said...

Quizás el público se interese más en los debates televisivos confrontacionales precisamente porque el debate real, el público, es tan tediosamente homogéneo y estéril. Cuando ves que los candidatos usan el mismo lenguaje y hasta los mismos slogans y jingles en sus campañas, justamente lo que uno quiere ver es una discusión encendida, con acusaciones de ida y vuelta y preguntas difíciles. Me imagino que esto se acentúa más en países como el nuestro, en que los dos grandes bloque políticos tienen un consenso sobre temas básicos (economía de mercado, tratados de libre comercio, etc) y por lo tanto el debate es mucho más fome que en países como Venezuela. Por lo demás, creo que si un foro de candidatos políticos no es al menos un poco apasionado, no sólo empiezas a sospechar de qué tan distintas son las alternativas, sino corres el riesgo de presenciar una de esas farsas con preguntas prefabricadas y palos blancos al estilo de los debates de las primarias Frei-Lagos o Alvear-Bachelet.

Me parece que si bien la gente puede sentir más confianza hacia los políticos que discuten plácidamente, ello también genera más apatía en el electorado. Yo prefiero a ciudadanos más escépticos pero que participen y se informen que el escenario actual en que cada vez que la Fundación Futuro o una de esas organizaciones hacen una encuesta de actualidad la gente con suerte sabe qué día es hoy.

6:04 PM  
Blogger Angélica Bulnes S. said...

Sí Gonzalo tienes razón. Prefiero que los políticos peleen que que anden tan amiguitos. Pero a veces creo que se agarran solo por cosas insignificantes y evaden los temas que de verdad hay que discutir a punta de ataques personales. Se sacan los pillos a punta de pesadeces.

7:33 PM  
Blogger Cabro Gamarra said...

Yo no se Angelica si contestas estupideces,pero a mi me parece que Piñera es en extremo tiritón,nervioso,perseguido,alterado,o sea me da la sensación,de que no es una persona muy confiable (parece solterón)y me pregunto,como lo hará para negociar,sobandose las manos a cada rato,metiendose 2 dedos en el cuello,tironeando la solapa,y riendose maliciosamente;yo en lo personal no haría negocios con el,pero sí lo votaría para Presidente.
Ñoños.

12:04 AM  
Blogger Miguel Paz said...

Quizá lo peor del asunto es que en ambos casos -no siempre pero casi- son discursos basados en el simulacro, la cultura del espectáculo; estrategias con la encuestología en mente con fe ciega en el manual de comunicaciones y obediencia (¿debida?) al media trainer o al asesor de turno. Por eso que los piolas nos parecen mula y los aguerridos vociferantes los sentimos chantas. Lo mejor de un político en TV es ver lo que hace y dice antes y después de estar en cámara. Algo que algunos documentalistas logran relevar muy bien.
No sería malo ver un video de pre y post Última Mirada ¿No?
¡Paulsen al YouTube!

12:06 AM  
Blogger Luis Argandoña said...

Me voy a permitir disentir -y deplorar- la postura quejumbrosa de los que han posteado, entre ellos varios connotados periodistas. Este asunto me parece un temón y encuentro notable que lo pongas a la parrilla Coneja.

Mi postura es mucho más pragmática (tal vez porque he trabajado mucho de "encuestólogo" y otras cosas repudiables por el estilo). Un debate caliente con posturas encendidas es infinitamente más atractivo: eso es un hecho de la causa y me parece absurdo lamentarlo y quejarse de ello. Es cierto que este tipo de debates suele convertir la política en una carrera de caballos y contribuye a que la confianza disminuya. Pero también del otro lado está Tertulia en UCV, que es arqueológicamente interesante pero no ve nadie.

Pienso que hay que partir por reconocer que este es el mundo en el que vivimos. No podemos enchufarle la política y los temas públicos relevantes a la gente en "nuestros términos". Tenemos que hacerlo en SUS términos, en los códigos de la gente que, como dice peyorativamente GB "no sabe qué día es hoy".

En todo caso estoy seguro que no está todo perdido: se puede hacer algo entretenido para la audiencia sin abaratar el nivel el debate. Creo que esa es precisamente la pega de los periodistas: llevar contenidos de calidad, pero ponerlos en códigos que sean atractivos y comunicables. No creo que los televidentes seamos flojos, como dice Alfredo, sino que simplemente no prenden la TV ni abren el diario pa aburrirse ni pa agotarse.

Si no somos capaces de ponerlo "en entretenido" (y con esto no digo "en chanta"), creo que no estamos haciendo la pega. Y si no la hacen los periodistas, esa pega la harán (la haremos?) los encuestólogos y asesores de turno (de hecho ya la hacen, y con bastante eficacia).
Si los periodistas se tragan el verso que puso el media-trainer en boca del político, no es problema del político ni del media-trainer. Es del periodista. Si la gente no sabe que lo que dice hoy un político es lo contrario de lo que dijo ayer en Última Mirada, no es flojera ni desidia de la gente. Es del periodista que lo omitió.

En fin, disculpa lo largo, pero creo que el notable abandono de deberes, en este caso, no está viniendo de los políticos.
Luis Argandoña.

2:50 AM  
Blogger Miguel Paz said...

Don Winston yerra el punto sobre mi argumentación. En esencia digo que los políticos, por lo general, puestos "on the record" no dicen lo que piensan de verdad. Ergo, aplican el "buen decir" ligado al perfil o imagen que desean dar de sí mismos frente a las audiencias: piolas o aguerridos.
O sea, legítimo pero aburridísimo y gastado.
Dicho lo anterior, Don Winston me ha convencido con sus argumentos del "infotainment" por lo tanto he decidido contratarlo para que nos asesore a los periodistas de como enfrentar a sus asesorados de forma entretenida. ¿Dónde lo ubico?

1:14 PM  
Blogger Gonzalo B said...

Win (¿te puedo decir Win?): Todavía no entiendo en que estás discrepando conmigo. Tu segundo párrafo repite exactamente lo que yo dije. Más aún, también estoy de acuerdo con tu argumento sobre acercar los contenidos (¿quién no?).
Una pregunta al margen: ¿cómo es que esta discusión derivó (una vez más) en lo mal que lo hacen los periodistas? Parece que esto es una constante en este blog, aunque probablemente algunos dirían que eso también es culpa de los periodistas.

5:21 PM  
Blogger Angélica Bulnes S. said...

Gonzalo: me estaba preguntando lo mismo.

5:36 PM  
Blogger Alfredo Sepúlveda said...

don Winston: Yo me refería a que como ciudadanos somos flojos,no como televidentes. Creo que es un problema que escapa al periodismo. Y que es mundial. Y no se trata de ser o no entretenido, de "bajar" contenidos complejos al popolo. Le encuentro razón: es parte de la pega no dar la lata. Pero también es parte de la pega discernir y comunicar quien es chanta y quien no.

11:32 AM  
Blogger Luis Argandoña said...

Estimados, recojo el punto y de hecho es probable que haya sobreinterpretado algunas de sus opiniones.

Con mi destemplada perorata no apuntaba a "lo mal que lo hacen los periodistas", sino a lo peligroso del discurso gremial que tiende a ponernos a los periodistas fuera del problema. Es decir, que la culpa de la baja calidad del debate y del bajo interés en temas políticos y públicos reside en los políticos chantas o fomes, en los maquiavélicos media-trainers, en los ciudadanos tontos o flojos, o en los gerentes de medios que sólo les interesa vender más.

La postura de que, en esta relación medios/política, los periodistas somos los únicos que tenemos motivaciones loables y decentes ("resguardar el interés público") me parece nefasta y peligrosa. Y creo que en vez de expandir nuestras posibilidades e influencia, las limita.

Tal vez no es la postura de ustedes, pero muy seguido me parece ver trazas de ella y de victimización al leer los posteos en el blog.

Win.

pd: Miguel, la asesoría anti-asesores es efectivamente lo que se viene. En Winston Consulting la tenemos en oferta para esta temporada primavera-verano. Llame ya.

3:34 AM  
Blogger Miguel Paz said...

Ya, mister Win! Mándeme un mail con la oferta.

5:00 PM  

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