¿Existe el Periodismo Deportivo?
Por Alfredo Sepúlveda
Por lo general, tiendo a pensar que no, pero después cambio de opinión y creo que lo que no existe es el Periodismo Deportivo en televisión, y sobre todo cuando se trata de fútbol. Aunque también cuando se trata de tenis. Y al final del día termino pensando que lo que ocurre es que desaparece cuando se mete en la juguera de la infoteinment, un “problema” del periodismo mundial, pero que en Chile parece tener una particularidad: un cariz nazionalista que le helaría la sangre al propio Goebbels. No por lo nazi, sino por lo ramplón. Todo esto lo digo para destacar la excelente columna que publica hoy mi amigo Felipe Bianchi en Deportes de El Mercurio, que me hace escribir estas líneas como mero complemento de lo que él expresa allí.
Desde el día del partido de la “rojita” contra Argentina que me atacaron los siguientes pensamientos.
1. ¿Cómo es posible que la prensa chilena y la argentina hayan visto un partido tan, tan diferente ese día? Posible respuesta: desde el relato de Solabarrieta en adelante -que derechamente inventó un arbitraje “enemigo”- el resto de la prensa deportiva pareció contagiarse de la misma idea. ¿De cuándo los jugadores pueden reclamarle a los árbitros en un mundial? ¡Ese fue el problema en el primer lugar!
2. ¿Por qué la prensa no se acercó, o intentó acercarse, a los testigos de la pelea de Toronto, policías, civiles o incluso hinchas chilenos que anduvieran en el lugar? ¿Por qué no aplicó esa vieja y olvidada técnica periodística llamada reportear? Respuestas posibles. Uno, porque los profesionales de la prensa chilena no hablaban inglés; dos, porque no hubo interés en lo que la otra parte tuviera que decir: era más cómodo seguir con la idea de la selección de “niños” atacada por todos los flancos. Matías del Río en Última Mirada intentó apelar periodísticamente al enviado especial de Chilevisión, pero el hombre después de un rato pareció –esta es una sensación mía– sentirse atacado -se notó- y del Río no siguió con él.
3. ¿Cómo es posible que, salvo algunas editoriales como la de La Tercera del sábado, no haya habido un escándalo nacional con respecto a los patéticos políticos que, sobre la base de la “sólida” información de la prensa chilena, se acoplaron a la ridiculez de la “fuerza excesiva” aplicada contra nuestra selección siempre vencedora y jamás vencida moralmente hablando? Respuesta probable: Porque estólidamente creen en todo lo que sale en la prensa.
Yo sé que el fútbol no es un tema habitual en El Medio Blog, y que estas cosas en el mundo de la academia suelen tener poca importancia. Total, toda esta basura ocurre en el corrupto y singular mundo del deporte profesional, del que nada bueno ni serio puede salir. Solemos arriscar la nariz frente a Solabarrieta y su histrionismo emocional pensando que está lejos. Pero ya saben lo que salía como epígrafe de las canciones de Silvio Rodríguez en la vieja revista La Bicicleta (cito de memoria): primero vinieron por los comunistas, pero no me importó porque yo no era comunista; ahora vienen por mí, pero ya es muy tarde… Ya se ve: lo sucedido en Canadá es un ejemplo de cómo una mala prensa –desde luego Solabarrieta no es el culpable de todo– termina produciendo un mal país. La protesta diplomática de Bachelet es una de las estupideces más grandes que ha hecho el gobierno, comprometiendo como razón de Estado la versión de una parte interesada –el fútbol–, que nunca fue chequeada, investigada y ni siquiera puesta en duda. Como dice Bianchi en su columna, en lo que a la prensa de refiere, esto fue un Maracanazo dos. Y aunque suene ingenuo es el periodismo deportivo, y sobre todo el relacionado con el fútbol, el que más importa a la hora de generar una imagen en la sociedad respecto de lo que es este oficio. Solabarrieta, nos guste o no, es nuestro rostro.
26 Comments:
Habiendo visto ultima mirada, la verdad me pareció que Del Río estaba partiendo de un supuesto falso: que los chilenos "algo habrán hecho" para que les pegaran. A medida que Arcos lo fundamentó, me parece, Del R. se quedó sin punto.
Desde luego, los golpes policiales no son espontáneos, pero... ¿gases en los ojos? ¿Un corral para la prensa? Algo raro tiene la historia. En los panamericanos también se han visto peleas con intervención de policías, pero ningún deportista golpeado/esposado/detenido. Esto de partir dándole la razón a los pacos me parece bien parecido a partir del supuesto que el mundo nos quiere perjudicar.
A ver si podemos resolver las "inquietudes":
1. Cuando se vió el jueves el torneo de nado sincronizado más eficiente de la historia futbolística, logrado por el equipo argentino, con un saquero que las compraba todas (al inglés del partido de Chile con Nigeria no lo habrían hecho tan leso como al alemán), obviamente que vimos un partido distinto a los argentinos, acostumbrados a jugar con "picardía rioplatense", esa que les hizo ganar tantos títulos. Cuestión de ver la celebración del título, hasta para celebrar se tiran al suelo. El alegarle al saquero es tan natural como chutear, especialmente cuando se presenta un especímen tan "especial".
2. Difícil salir a reportear, cuando los enviados especiales estaban ENCERRADOS (¿lo que no sale en TV no existe? Porque eso lo escuchamos primero en boca de los enviados especiales radiales). Recuerden que cuando se pudo recopilar información, se pudo ver las imágenes de las agresiones, no solamente por imágenes de la prensa chilena, sino también de la canadiense.
3. No faltan los políticos "koalas" que se suben al carro, pero es justo que la presidenta pida explicaciones. Lo escandaloso sería que no lo hiciera.
P.S.: Costó un mundo comentar en este post, ni que lo manejara la Fifa (Federación internacional de Favoritismo Argentino)
Si Manuel sí se, pero es culpa de blogger. No sé cómo solucionarlo.
¿Por qué todo a Solabarrieta y no a Pedro Carcuro?, si ese par de geniales periodistas es capás de meter una idea en la cabeza a los chilenos tan fuertemente, hay mucho porque preocuparse.
El periodismo deportivo está (mal) acostumbrado a ser muy editorial y poco factual. Normalmente no tiene mucho más que hacer que dar resultados y emitir juicios. Y en la tele, peor.
En todo caso, esto se ve en Marca, As, Olé y la Gazzetta dello Sport.
Me alegró que Bianchi y Sepulveda hayan publicado lo que era lógico preguntarse. Además el presidente de la ANFP ha sido muy cauto, alguna duda de la veracidad de los hechos debe tener.
No me imagino que la policia del segundo país más seguro del mundo atacó a los chilenos a priori. ¿Qué hubiese pasado si no los reducen? Seguramente un acto aún más vergonzoso, habrá que ver que dice la investigación, no justifico la violencia con que fueron tratados los jugadores, pero no creo tampoco que sean santas palomas.
A mí me llamó la atención que ninguna de las imágenes que se vieron en tele (y recorrí varios canales) mostraba claramente las "brutales" agresiones.
Se veían jugadores esposados, uno sobándose el ojo y un policía rubio que sacudía a un guatón con credencial y después tapaba la cámara con la mano. Guau, llamen a la ONU: le están tapando la cámara a nuestros boys.
No digo que los jugadores no hayan sido agredidos. Pero hay un tufillo desagradable en esta histeria creada por los corresponsales, quienes reportearon el asunto como si hubieran estado en Irak.
Se entiende desde un punto de vista cínico: es mejor la alharaca que decir "no estamos seguros, seguiremos informando" que fue algo que nadie sugirió, salvo Carcuro, que las debe haber visto peores.
En lo general, creo que la opinión de Alfredo sobre el periodismo deportivo está conectada con esto: los comentaristas de fútbol (principalmente) son tan histéricos y talibanes porque desde la esquina que abordan el asunto no hay mucho que decir. Soy ignorante en fútbol, pero escuchar por cinco minutos a estos tipos un domingo en la noche basta para comprender que no tienen nada que aportar más que opinión visceral y trivia.
O a lo mejor tienen: pero este personaje comentarista-deportivo en el que están funcionando no les deja espacio para otra cosa.
Comparen a estos boys con esas adorables profes de Ed.física que comentan olimpíadas y panamericanos varios y que por lo menos saben qué quiere decir cada cosa en la cancha o qué preparación tiene el atleta y cuántas medallas ganó. A lo mejor no son carismáticas ni, eh, "televisivas" ni particularmente memorables, pero por lo menos dicen algo más interesante que lo que podría decir un borrachito mirando la tele en una fuente de soda.
No sé lo que signifique exactamente "saber de fútbol". Alguna idea lejana me he hecho a través de los años atendiendo a la narrativa de los comentaristas chilenos más connotados (desde Julito Martínez hasta Solabarrieta, pasando por Carcuro y Milton Millas). Personajes que me merecen el respeto que se le debe a toda vida humana, por más insignificante o inútil que esta parezca a primera vista. Gracias a ellos he elaborado un pastiche mental superficial, un mapa simplificado de lo que a veces creo puede llegar a ser el conocimiento del que ellos son expertos y a la vez voceros. Ideas fragmentarias que mezclan estadísticas, nostalgia romántica, talento discursivo apabullante, envidiable carencia del sentido del ridículo, hiperventilación pulmonar y guaripolas de una dignidad nacional atormentada y resilente. [Pocos ámbitos de la vida nacional pueden jactarse de representar internacionalmente a nivel masivo y con audiencia cosmopolita la idea abstracta de nación y patria como el fútbol. Con la extinción de la OTI y la decadencia de los concursos de belleza me atrevería a decir que ninguna otra].
Dicho esto y con el mismo temor que me provoca cada vez que leo una nota a pie de página que menciona en una misma línea los apellidos Kierkegaard y Hegel puedo acotar lo siguiente desde mi humilde rincón:
Lo que yo vi en ese partido fue un equipo que jugaba bien y otro que no. Un equipo exhaltado y rabioso y otro que no. Jugadores con mucho tratamiento capilar y en constante desenfreno contra un árbitro impertérrito y otro que no. Hasta donde yo sé un árbitro nunca ha cambiado una decisión en la cancha, pero parecía que nadie se preocupó de hacerles notar a los jugadores chilenos ese detalle. Según me informé el árbtro era alemán, sospecho que hablaba inglés, ¿en qué idioma le gritaba el desesperado joven del mohicano colorado?
Lo que sucedió fuera de la cancha creo que pertenece a un ámbito ajeno al de la episteme maradónica, pero ha sido tratado como si fuera la misma cosa, narrado y detallado con los mismos códigos que me parecen son del dominio del saber cultivado por Carcuro, el de las emociones desatadas y la frustración perpetua. Un enfrentamiento con la policía es -como seguramente reflexionaría julito martínez- un caso policial. El apaleo y la detención de un ciudadano extranjero es un asunto delicado que no se resuelve con la declaración del reportero hincha en contacto telefónico, en directo desde Toronto.
Cariños desde el medio campo
TG
PS: Si sustentáramos la cobarde teoría de que Carcuro es mufa la noticia de que su padre murió a los 102 debiera ponernos a reflexionar sobre la genética, la crueldad del destino y la viabilidad de internacionalizar la rayuela.
Aunque parece que la Presidenta no lee este blog... ¡Aleluya, no estamos solos!: Juan Sharpe escribió esto en La Nación Domingo.
--
Patrioterismo o muerte
Por Juan Sharpe
“Nos habíamos enfrentado antes y sabía que era fácil de enojar. Yo dejé la pierna arriba y él me tiró una patada. No me pegó, pero él se hizo echar. Fue infantil”, contó Gabriel Mercado, el lateral argentino que mandó a las duchas a Gary Medel a los 14 minutos del partido donde los chilenos escenificaron un nuevo episodio en el ranking de bochornos del fútbol chileno.
En esa sencilla y futbolera explicación de Mercado se resume todo el sicodrama ofrecido por la Rojita frente a Argentina. Tenían que ganar un partido de fútbol y lo perdieron. Por goleada. Ésa es toda la cuestión. Lo perdieron frente a una selección que ha sido campeona en cuatro de los últimos seis campeonatos, a la que en toda la historia las distintas selecciones chilenas han ganado sólo tres veces en competiciones oficiales.
El delantero Sergio “Kun” Agüero fue transferido a los 17 años en 28 millones de dólares, más de lo que costaría el paquete completo de la Rojita, incluidos el entrenador y algunos dirigentes. Y Agüero consiguió esas cifras sin teñirse el pelo, sin mandar recados a las modelos en los programas faranduleros, sin amenazar a nadie con “pasarlo por encima”, sin caer en las obvias provocaciones de la cancha, sino con su tremendo talento. No se habla tampoco del impresionante trabajo de Ever Benegas, el juvenil que ganó la Copa Libertadores de este año con Boca Juniors y destrozó el entramado defensivo de la Rojita.
Nadie discute el impecable comienzo de campeonato de la Rojita, convertida en Rojaza por la verborrea patriotera de los locutores de TVN, sino su histeria, su impotencia, su fracaso ante una cita de verdad, de las que marcan la naturaleza, la casta, de un grupo. El fracaso no es perder con Argentina, sino anunciar que vas a machacar a un rival y acabar humillado deportivamente. El problema de las amenazas es que se deben cumplir y esta gente no se la pudo. Ese fracaso es el que se intenta tapar con el victimismo, recurrencia atávica del deportista chileno. Fue su pataleta la que los llevó al desquiciamiento, a pelear con el árbitro, los rivales y la policía.
No sorprende que Carcuro siga relatando el Combate Naval de Iquique cada vez que un equipo de rojo salta a una cancha ni que su clon Solabarrieta ataque todos los adjetivos del diccionario, sino la ridícula reacción de los políticos, llamando a la guerra santa contra Canadá. Los políticos, desde Tarud hasta Moreira, han caído en la misma trampa que Gary Medel, intentando convertir una derrota justa y contundente en un asunto de Estado. El Primer Ministro de Canadá, que almorzó hace una semana en La Moneda, debe estar pensando lo mismo que Gabriel Mercado. Estos sudacas provocaron a su policía, les pegaron y ahora se quejan. La Presidenta tendría que enviar al Congreso alguna ley sobre este asunto: los enfermos de patrioterismo debieran abstenerse de invocar la República cuando sus cachorros taimados pierden por goleada. LND
Hay un tema interesante y que no se ha tocado hasta el momento. A mi juicio, la culpa no fue de Carcuro y Solabarrieta, sino del canal.
Desde que los gringos comenzaron con la idea de televisar eventos deportivos siempre las duplas se conformaron por un apasionado locutor, que apela a los sentimientos y un comentarista que llama a la calma y habla desde la razón. La pregunta es: ¿Por qué TVN envió a dos amantes de la "verborrea patriotera"?
La cuestión no es menor, porque nuestros escasos logros deportivos no nos permiten tener una distancia ante ciertos resultados y cuando se ha formado la dupla de comentarista – locutor han ocurrido cosas increíbles y creo que esa es la razón por la cual el canal nacional decidió enviar a estos dos señores.
Dos ejemplos.
1-. Buen ejemplo.
Chile contra Italia, Francia 98. Penal para los europeos en los descuentos, Carcuro comenzó con el discurso contra la FIFA y Patricio Yáñez, quien era el comentarista, le daba la razón al árbitro africano. Después de todo, la pelota rebotó en la mano de Ronald Fuentes y era decisión del juez si marcaba o no la pena máxima. Pero a Carcuro eso no le parecía y solo falto un garabato chovinista para completar la escena.
2-. Mal ejemplo.
Atenas 2004. Final del tenis masculino. Nicolás Massú y Mardy Fish. Michael Müller, era el acompañante de Fernando Solabarrieta. Él era el hombre de la razón, mientras el locutor gritaba por el ‘superhéroe’ de Atenas, Müller en lugar de llamar a la calma y contar lo que ocurría en la cancha se largaba a llorar junto con Solabarrieta y dejando para el recuerdo su frase: "¡Qué tremendo esto! snif… perdónennos”.
¿Tenemos periodistas deportivos preparados para estos eventos? ¿Hay gente capaz de sacar su afán nacionalista?
Mmm. Lo que dice José Miguel es interesante, pero yo creo que la ausencia de gallos mesurados en esas locuciones es adrede: es mejor el rating cuando tienes dos tipos vociferando y/o arengando.
Tal vez los jefes de los canales no lo sabían antes, pero lo aprendieron definitivamente con Bonvallet. Fuera de si el tipo tenía razón o no, lo que ganaba puntos era el show. Y el show es lo que se persigue.
A lo mejor Muller y Solabarrieta son vistos como un hito histórico por los del área deportiva. "Miren el rating que sacamos". A lo mejor la idea de que un comentarista sensato se pare a decir "Bueno, el árbitro tiene razón, los chilenos merecían esa expulsión" es tan añeja que sólo les daría risa.
Lo que piensan los lectores del diario Globe and Mail (el "New York Times" de Canadá) sobre el equipo chileno aquí:
http://www.globesports.com/servlet/story/RTGAM.20070720.wsptruckus20_2/CommentStory/GlobeSportsSoccer/home
Creo que hay que entender el tema como una situación excepcional. En alguna medida se trata de reporteros que nunca pensaron, cuando hacían sus maletas, que Chile estaría en las finales.
La única excusa profesional posible es el desconcierto que provoca semejante cuadro: convertirse en reporteros de triunfos deportivos cuando esos mismos periodistas llevan decadas reporteando triunfos morales, concepto del cual son -además- son autores.
No vi el partido ni he leído mucho al respecto, pero en esta columna publicada en el mismo Globe and Mail de Canadá, se insta a la FIFA a preocuparse, más que de los chilenos, del arbitraje del juez Stark, el "teatro" que supuestamente hizo la selección argentina y de cómo estas muestras de deshonestidad dañan al deporte.
No tengo ningún elemento para opinar sobre el tema, pero me llama la atención que en dicho diario también haya voces que apoyan, en parte, la posición chilena sobre lo que pasó en la cancha (no así afuera):
http://www.theglobeandmail.com/servlet/story/RTGAM.20070724.wwcomment24/BNStory/Front/
Mucha gente culpa a los periodistas por la mediocridad del deporte. Habría que precisar qué parte de la culpa les toca. Por acción y por defecto.
Al centrar la atención en los aspectos pasionales, los medios no hablan nunca de los ambientes que (no) permiten que a los deportistas chilenos les vaya razonablemente mejor. Mucha familia ansiosa, nada de pedir cuentas al estado o las federaciones. Mucho fervor en la plaza italia, cero aspecto técnico para aprender.
Por otra parte, es dramático ver a un chileno medallista en Rio 2007. Todos quedan con pena, todos se lo dedican a quienes los acompañan en los incontables días de entrenamiento. PURO EMPRENDIMIENTO INDIVIDUAL. Los triunfos chilenos, de verdad, son sólo de unas cuantas familias. En estos aspectos un país chico como éste necesita esfuerzos colectivos. Es cosa de mirar a Cuba o Argentina. Los medios no cuestionan esto, sólo le oi a Schiapacasse decir algo en la copa américa de Venezuela.
Estoy tan de acuerdo con todo lo dicho por Sepúlveda y Bianchi. Vergüenza ajena las transmisiones de los partidos, y sobre todo las notas posteriores en todos los canales. ¿Cuándo fue que los periodistas deportivos, si es que existen, efectivamente, pasaron a ser un jugador más de la selección chilena?
vergüenza ajena también los políticos y sobre todo el gobierno, hablando de injusticia cuando aún no había -ni hay- investigación al respecto.
Y lástima por los ciudadanos chilenos, tan excesivamente manipulados por todo este escenario chovinista fanático. Ayer los auditores de mi programa de radio me garabatearon a través del msn, me trataron de ignorante incluso, apelando a mi condición de mujer que no sabe de fútbol, por emitir juicios en esta misma línea.
¿Qué les pasa? ¿Por qué bajo el balcón de la Moneda con la Pdta y los jugadores ahí saludando vimos tal histeria colectiva, niñitas llorando como si allí estuvieran los Beatles?
Lo angustiante, en efecto, es que el resto del país no parece reparar en este escándalo. Todos felices con el bronce. Qué bueno, dice la presidenta, estos jóvenes le han dado una alegría inmensa a los chilenos.
Saludos
Carolina Pulido
PD: Nada que ver con el tema, pero los invito a visitar este blog sobre una campaña masiva que estamos impulsando:
www.tressemanasnoalcanzan.blogspot.com
El periodismo deportivo no existe, viva la tontera...!
Ahora resulta que los argentinos de Olé son discípulos de Verbitsky.
Quiero al abuelito que me lleva al estadio (Brotfeld, Livingstone) o aquel apasionado gordo que relata todos los domingos.
Este es un hecho policial. Los jugadores de Chile no estaban armados. Nada justifica, sino el racismo de las policías, el tratamiento matón y la aplicación de gases y de bastones eléctricos a nuestros muchachos. Porque no hay nada más estúpido que pedir la aristocratización del deporte, viva la tontera...me gusta la visión de quien, nunca habiendo jugado a la pelota no encontró nada mejor que narrar, improvisar, subir de tono, hacernos brindar, vibrar. Esa es la cancha. La decisión editorial de cubrir un hecho adyacente a la noticia deportiva fortuitamente por el mismo equipo es justificable. Y el koala de los políticos...bueno, tampoco es para rasgar vestiduras ¿no?, por lo menos nadie se mandó su "Antonio Leal".
Saludos
En lo que se refiere a Periodismo Deportivo, si es que existe tal cosa en Chile, ¿Cómo pueden Bianchi, Guarello, Carcuro, Solabarrieta, Israel, JM, etc., opinar y comentar acerca del desempeño de deportistas dentro del terreno de juego si nunca en su vida se han vestido de corto profesionalmente? Es súper fácil criticar a un deportista desde la caseta de transmisiones, un set televisivo o, ya soberano descaro, desde su propia cama, como lo hace Milton Millas algunas mañanas por la radio. Me queda la sensación de que siempre que esta gente opina al respecto, no toman en consideración el hecho de que, por último, los deportistas realizan sus actividades cansados. Es como si siempre se le exigiera a un futbolista que tenga la disposición física de recién entrado a la cancha, o que le entregue la pelota al lateral que se proyecta a sus espaldas, cosa bastante obvia de ver con la perspectiva de las cámaras. En el tenis, pucha que me da risa ver y escuchar a algunos periodistas decir que Massú es malo, que llegó arriba por su puro corazón, que por qué Fernando no pegó el passing cruzado, o por qué el winner de derecha se le fue medio centímetro ancho. Insisto, para comentar deportes hay que haber estado dentro de la cancha, por eso respeto al Sapito, a Fillol, Néstor Isella y tantos otros postergrados por los medios porque simplemente no son faranduleros, sensacionalistas o buena pinta.
Puede que para comentar deportes sea imprescindible, eh, haber estado dentro de la cancha. No soy perito en el tema.
Pero en otras áreas esa sería una postura bastante rara: no podrían haber comentaristas políticos que no hubieran ejercido en cargos de gobierno, Raúl Sohr tendría que haber peleado un par de guerras y qué decir de quienes pelamos al ejército. Con qué cara, si jamás vestimos el glorioso uniforme, como una vez le dijo Merino a unos periodistas.
En el fondo, nadie podría tener una opinión sobre nada que no hubiera experimentado de primera mano.
"¿Cómo pinar y comentar acerca del desempeño de deportistas dentro del terreno de juego si nunca en su vida se han vestido de corto profesionalmente?", este tipo de críticas hacía el periodismo deportivo no tienen asidero.
Un par de ejemplos...Sapito Livingstone jugó fútbol profesionalmente, pero dudo que alguien se quedaría a escuchar un comentario suyo o lo escuchan en la medianoche del domingo en Zoom Deportivo. Y si alguien ha visto las transmisiones de la liga española de ESPN, les gusta la profundidad de Mario Alberto Kempes.
Patricio Cornejo, recorrió el mundo jugando tenis, pero dudo que comente mejor un partido que el periodista Rodrigo Hernández.
Es verdad, tener recorrido de cancha tiene su peso, pero no por haber pisado unos minutos el Estadio Nacional, te da el título de comentarista.
A mi juicio la cuestión es tener la capacidad de poder comentar de acuerdo a lo sucecido y no cegarse por la pasión.
Señores
Mire y Lea :
www.odioelpensamiento.blogspot.com
¿Por que guarello siempre tiene cara y ceño de colitis? Está bien, el hombre es más pesado que locomotora, pero me preocupa su salud. Tiene cara de andar siempre con el poto cocido.
Bianchi, ¿es extraterrestre?
Sobalaprieta, es La Corín Tellado de la prensa futbolera.
Pietro, es Pietro.
Estimado José Miguel:
En respuesta a tus presunciones acerca del público que busca los comentarios de gente como Livingstone o Kempes, puedo afirmar con convicción de que es mucho más grande del que crees. Por ejemplo, para el pasado mundial sub 20, muchos seguidores del fútbol juvenil nos quedábamos hasta altas horas de la madrugada para ver la transmisión de partidos considerados secundarios por TVN, pero de alta relevancia en el entorno mundial, como el de República Checa contra España. Para los que sabemos de fútbol y lo practicamos, es un agrado escuchar al octogenario Sapito comentar acerca del desarrollo del juego aéreo del centrodelantero Tomas Pekhart y de cómo ha podido desarrollar esa faceta en su paso por el Tottenham Hotspur inglés, a pesar de no haber debutado aún por el primer equipo. Al margen de esta gran sabiduría estadística, Livingstone rara vez equivoca el nombre de los jugadores (Carcuro hizo jugar 20 minutos en un Mundial a un jugador que no estaba...) y tiene un tino y pulcritud envidiable a la hora de comentar las acciones. Respecto al Matador Canalla, qué mejor muestra de esa herramienta periodística llamada "cotidianeidad" que cuando establece un parangón, acaso irónico, entre la interna de algún equipo de galácticos de la Champions League y el olor a Calorub y la virgencita con velas prendidas del camarín de Fernández Vial en el Municipal de Avenida Collao. Kempes, en su condición de ex jugador del Valencia español y del mencionado gigante dormido del fútbol chileno, es la persona que de mejor forma puede acercar a la lejana teleaudiencia chilena a la realidad del balompié de primer orden.
En lo que al tenis se refiere, ningún periodista, aunque sea Nelson Flores, Rodrigo Hernández o Juan Pablo Salas, quienes han dedicado gran parte de su vida profesional a seguir desde las graderías y salas de prensa el accionar de nuestros tenistas, puede entender bien cómo es responder el servicio de Mardy Fish, o contrarrestar los efectos de los golpes de base de Albert Montañés. De hecho, usualmente caen en errores de definiciones, como la del "servicio con kick" (que no es uno, sino que se utiliza análogamente en el ambiente tenístico para identificar a dos tipos de servicios distintos). Tal vez en política, tal vez en lo policial, a lo mejor en el periodismo económico, es recomendable y sano mantener una postura externa a los hechos y es posible reportear sin haber sido partícipe alguna vez de los hechos. En lo que a deporte se refiere, por el hecho de haber tantos matices y tantas situaciones que sólo quedan en el ámbito del fuero interno del deportista y que explican la mayoría de los actos que cómodamente ven los periodistas y espectadores, es indispensable haber desarrollado la actividad para poder comentar con conocimiento de causa, justicia y objetividad. Y, por último, para tener la autoridad moral de tratar a tal o cual deportista de "arrugón", "flojo" o "ídolo".
Estimado Jaime,
Debo reconocer que exagere en algunas cosas… como en lo que respecta al octogenario Sapito, tiene razón, debe haber gente que espera ansioso los comentarios atinados de Sergio Roberto Livingstone, lo mismo que Mario Alberto Kempes.
Sin embargo, siendo un fanático del deporte hay ciertas cosas que no comparto con usted.
1-. “Livingstone rara vez equivoca el nombre de los jugadores”, debo aclararle que no es así, creo que la historia esta de mi parte en esta ocasión.
2-. Mario Alberto Kempes fue un gran futbolista, de una calidad increíble que le permitió jugar hasta entrado los 40 años fútbol profesional. Es verdad, el camarín que vuelca al momento de transmitir un partido de la UEFA Champions League se agradece, pero el matador Kempes se queda solo en eso, y así, perfectamente, es asimilable a la verborrea rimbombante de Carcuro y Solabarrieta. A un comentarista se le pide algo más que la cotidianeidad.
3-. Nuevamente concedo eso de que los periodista que cubren el circuito, no sepan cómo derrotar a cualquier tenista del circuito. Sin embargo, su misión no es esa.
Ahora bien, usted agrega que tal vez en otras áreas del periodismo “es probable reportear sin haber sido partícipe alguna vez de los hechos”. La pregunta es ¿Por qué un periodista que nunca ha estado ligado a la política, espectáculo o economía puede reportear o comentar siendo que estas temáticas generan tanta o igual pasión que el deporte?
4-. Con respecto a la “autoridad moral”, me parece que de ser así, nadie podría o se atrevería a referirse al desempeño de algún deportista.
Después de esto las preguntas surgen solas: ¿Quién tiene la autoridad moral para comentar… solo los ex deportistas? ¿A qué se deben dedicar los periodistas deportivos…deben referirse solo al resultado, al igual como lo hacen los reporteros de política con las encuestas presidenciales?
Creo que en Chile, generalmente, existe una confusión en las tipificaciones de Periodismo Deportivo. A la luz de tus comentarios, me resulta evidente que para José Miguel existe una clara diferencia entre comentar y narrar una actividad deportiva. Lamentablemente, para muchos relatores, la brecha entre informar y deliberar es inexistente y se transforman en claros condicionantes subjetivos del producto que entregan. Por ejemplo, aprovechando la discusión acerca de los desmanes de la "Rojita" en Canadá (lentamente la verdad sale a flote); la transmisión oficial de TVN, con Solabarrieta a cargo de la mayoría de los epítetos, no solo transgredió su misión básica, la de narrar obejetivamente los hechos acaecidos en la cancha, sino que además permitieron una manipulación por parte de la Presidenta. Para cualquier mortal que estuviera mirando el partido de Chile versus Argentina, la conducta de los jugadores nacionales es inaceptable, reprochable y sancionable. El citado relator, entregó una narración de los hechos claramente parcial y condicionante, intentando justificar las pataletas de los jugadores. Un relator deportivo (de televisión) no puede ser hincha ni comentar, debe ser hasta parco y aburrido en su relación de los hechos. El relator radial se puede dar mañas de estilo, ya que el auditor esta impedido de poder cotejar la veracidad de los hechos a través de un medio directo, sin filtros. Por lo mismo, a través de la oralidad hay que satisfacer además la incógnita de la vista, lo que sobrerrevoluciona la verborragia del narrador. Eso da, obviamente, para que existan diferentes transmisiones radiales, asociadas a diferentes estilos y equipos. En televisión, sin embargo, a la gente no se la puede hacer "tonta". El mismo partido mencionado, si hubiese sido transmitido en MUTE, ¿Habría despertado las pasiones revanchistas de la población en contra del árbitro alemán (un Bochardeaux teutón, un chivo expiatorio de nuestras propias trancas), contra el teatrero conjunto argentino o contra la policía canadiense?
Finalmente, no puedo negar que esta discusión es totalmente moral, de estilos personales, sin verdades absolutas, ni ganadores. No creo que exista una ética de periodismo deportivo y en todo el mundo ocurren cosas como los relatores-comentaristas-chovinistas-chabacanos, el uso de los éxitos deportivos y de las guerras como voladores de luces en tiempos de penurias gubernamentales. No obstante, hay un hecho que cualquier amante de los deportes con acceso a medios internacionales puede identificar: los campeones del mundo tienen los mejores medios deportivos, una oferta amplia, pluralista y siempre constructiva, con discusiones pasajeras que se olvidan rápidamente con el próximo triunfo deportivo, al tenor de unas cervezas, feijoadas, tarantelas o asados. Qué lejos que estamos de eso...
Otra cosa, respecto a las opiniones de periodistas deportivos respecto a la actividad de los deportistas, es cierto que cualquiera puede preguntar, comentar y narrar al respecto. Sin embargo, el deportista no es tonto y al menor atisbo de prepotencia, desconociemiento y soberbia por parte del periodista, el deportista simplemente deja de tratarlo como un igual y no le da mas notas. Si no pregúntenle a Juan Pablo Salas del Mercurio. El buen periodista deportivo es el que nunca olvida su postura frente a los hechos y a los protagonistas, que se refleja en una actitud de humildad, por el hecho de saber menos que el deportista y querer buscar en él una verdad que le es ajena. Eso sí, tampoco debe dejar de ser críticvo, pues su mandato informativo es con el público, que quiere compartir estos conocimientos y sensaciones exclusivas del actor deportivo.
Solabarrieta no es malo. Estamos hablando de TV y por eso es necesario un relator así. Lo prefiero a un tipo neutro, fome y latero.
Ahora que se reactivó el caso y vi a Sagredo, creo que la verdad aún no sale del todo a flote. Hay buenos argumentos para los dos lados, jugadores y policías.
Buen debate en todo caso, Saludos...
Post a Comment
<< Home