¿Quién mató a Víctor Jara?: la respuesta no está online
Por Alfredo Sepúlveda
El jueves 25 de mayo, un grupo de personas llegó hasta el piso 14 de la superintendencia de AFP para “funar” a Edwin Dimter Bianchi, jefe del departamento de control de instituciones. La página de la “Comisión Funa”, publicó ese día una advertencia a Dimter (“estás funao”), lo llamó “asesino del Estadio Chile” y publicó un alias: “El príncipe”, su mail y teléfonos comerciales. Al final de esa página, la comisión hizo el siguiente llamado: “Por la memoria de Víctor Jara / Si no hay justicia / hay funa”.
A partir de entonces, el mundo online se ha llenado de referencias al hecho. No ha ocurrido lo mismo con los medios tradicionales. De la prensa, sólo “La Nación” hizo un reporte del incidente, firmado por la periodista Pascale Bonnefoy. Antes, el 15 de marzo, , del desaparecido “Diario Siete” firmó la nota que contaba del careo entre cinco ex prisioneros y tres ex uniformados que estuvieron en el Estadio Chile (hoy Estadio Víctor Jara) en septiembre de 1973. Esos tres uniformados eran el teniente coronel (r) Roberto Souper, y los tenientes (r) Raúl Jofré González y Edwin Dimter Bianchi. Para aquellos con la edad suficiente para acordarse, estos nombres tienen que haber hecho sonar varias campanas: fueron los oficiales arrestrados tras el “Tanquetazo”, el fracasado golpe contra Salvador Allende ocurrido en junio de 1973, y sofocado, entre otros, por un tal Augusto Pinochet. “Hay un grupo de oficiales”, dice la nota de Aguilera, “entre los cuales los detenidos reconocen por nombres a algunos de ellos que tienen una seria responsabilidad en términos de los apremios, de las flagelaciones y del maltrato que se dio a los detenidos y aseguran que también están las personas que violentaron brutalmente a Víctor Jara”. Estos oficiales, que desde junio de 1973 habían estado presos, pasaron el 11 de septiembre de ser los presos a ser quienes mantenían presos a sus adversarios.
Casi todos los sitios copypastean la misma información: la crónica de Pascale Bonnefoy. La nota cita al abogado de derechos humanos Nelson Caucoto, y en ninguna parte dice que Dimter sea el autor material del asesinato de Víctor Jara, pero sí da a conocer lo que ya Aguilera había anticipado en “Siete”: que hay más de un testigo del proceso que lo reconoce como “El príncipe”, el jefe del Estadio Chile en los días posteriores al golpe. Nelson Caucoto, contactado por El Medio Blog, señala que no se ha acreditado en el proceso que Dimter sea “El Príncipe” ni el asesino de Jara, y que no tiene idea de cómo internet llegó a unir la identidad de Dimter con la del “Príncipe” o la del asesino de Jara. Sin embargo, añade que la “funa” no fue tan injustificada porque de los tres uniformados sólo Dimter Bianchi corresponde al tipo físico (rubio, alto) que los ex prisioneros describen como “El Príncipe”.
A lo largo de los años no se han podido encontrar testigos del momento de la muerte de Víctor Jara. En 2004, el periodista Cristóbal Peña reconstituyó para Rolling Stone el paso de Jara por el Estadio Chile (el reportaje ganó el premio Periodismo de Excelencia de la UAH 2004; y el Natali, un premio que otorga la Unión Europea). El jueves 13 de septiembre de 1973, dice Peña en su reportaje, los focos del estadio apuntaron hacia un militar “alto, provisto de una metralleta punto 30, casco de combate y lentes oscuros modelo Augusto Pinochet”. Uno de los testigos entrevistados por Peña, Osiel Núñez, entonces presidente del centro de alumnos de la Universidad Técnica del Estado (hoy Universidad de Santiago), recordó así el encuentro: “El tipo se vanagloriaba del timbre de voz, porque a diferencia de otros, no necesitaba micrófono para dirigirse a los detenidos. Después que respondíamos a sus gritos, nos miraba y decía: Qué bien hablo. Soy un príncipe”. El apodo quedó y hoy, según el reportaje de Bonnefoy, al menos seis testigos han identificado a Dimter como “El príncipe”, “en persona y por fotografías”, entre ellos “un oficial de ejército en retiro”.
Según el reportaje de Bonnefoy, que cita a Caucoto, el propio Dimter reconoció ante el juez Juan Eduardo Fuentes haber estado en el Estadio Chile, aunque negó ser “el príncipe”. Entre las acusaciones más graves que se le hacen al príncipe (de las más suaves: entretenerse golpeando los testículos de los detenidos con un linchaco) está haber ordenado matar a culatazos a un detenido con el que se tropezó.
La familia Jara presentó en 1998 una querella criminal contra Augusto Pinochet por la muerte de Víctor Jara. Finalmente, esa causa consiguió por primera vez la identidad de al menos un militar que estuvo en el Estadio Chile: Mario Manríquez Bravo, coronel en retiro, procesado por el homicidio de Jara. Sin embargo, al menos un testimonio de ese proceso asignó a “Manríquez” (el testigo no le sabía el nombre entero) labores “administrativas”, y sindicó como interrogadores-torturadores a Miguel Krassnoff Marchenko y a otro teniente cuyo nombre olvidó. Ese testimonio no logró entregar la identidad del asesino de Víctor Jara, tampoco en términos administrativos. Así lo reconoce el artículo de Bonnefoy, pero añade que “numerosos” testimonios apuntan “al Príncipe”.
Los últimos días en la vida de Víctor Jara se han reconstituido a través de trabajo periodístico serio y de calidad. El artículo de Peña lo sitúa en la madrugada del sábado 15. Dos soldados se acercan y se lo llevan del grupo en que estaba “por encargo del Príncipe”. Boris Navia, uno de los detenidos en ese grupo, vio cómo se lo llevaban hasta las casetas de transmisión, y vio que al menos dos oficiales (no el Príncipe, pero éste estaba presente), lo golpeaban allí. Carlos Orellana (el ex editor de editorial Planeta), otro detenido, lo vio momentos más tarde, en unos camarines del subterráneo. Pudieron hablar durante un permiso que les dieron para ir al baño. Jara le dijo que había un soplón en el grupo de prisioneros, pero Orellana no recordó frente a Peña el nombre. A las siete de la tarde Osiel Núñez compartió una fila de “peces gordos” con Jara. “poco antes de avanzar pasó un oficial que separó de la fila a Víctor y a Danilo Bartulín, uno de los médicos de Salvador Allende”.
Bartulín logró sobrevivir, y lo último que figura de él es que fue o es el representante en Cuba de los ascensores Otis, pero de acuerdo a lo que Caucoto contó a El Medio Blog, nunca se ha presentado a dar su testimonio ante la justicia chilena. Su testimonio alcanzó a ser recogido en 1976, en México, y hasta donde El Medio Blog ha averiguado, el primero en ponerlo online ha sido el sitio Patriagrande.net., de Héctor Velarde. Lamentablemente, el testimonio no está firmado. Un narrador –que según se desprende del texto estuvo con Víctor Jara en la UTE antes de que ésta fuera allanada (¿el cubano Jorge Timossi?)- es quien efectúa la entrevista. Bartulín, según este narrador, es uno de los hombres que sale al lado de Allende (no dice cual) en la última foto que se le tomó. Este testimonio de Bartulín hace dos referencias a haber estado con Jara: una sesión de tortura en la que a él el torturador le convida un cigarro, pero no a Jara; y luego la que parece ser la escena que describe Núñez en el reportaje de Peña. Bartulín dice: “Casi tres días estuvimos juntos Víctor y yo en el Estadio de Chile”, pero no queda claro si los dos episodios que menciona están separados por tres días. Luego, menciona que el “comandante” Manríquez separa del último grupo de prisioneros del Estadio Chile que abandonaba el recinto con rumbo al Estadio Nacional, a él, a Litré Quiroga y a Víctor Jara. La orden era llevarlos “abajo”. “Allí tenían habilitada una cámara, en lo que había sido guardarropía y varios baños”, dice Bartulín. “Muchos de nuestros compañeros fueron llevados allí, pero nadie volvió. Una vez que me condujeron al interrogatorio y, al pasar, vi un montón de cadáveres, de cuerpos masacrados y desmembrados”. Una vez “abajo”, Bartulín y Jara fueron puestos dentro un baño, y Litré Quiroga en el del lado. Sorpresivamente, Bartulín fue sacado de ahí. Después, el cadáver de Jara fue arrojado a la calle; el de Litré Quiroga también.
La información sobre la “funa” corrió casi solo por internet: cadenas de e-mails, blogs, sitios. En “La Tercera” hubo hace unas semanas una breve nota en la que se afirmaba que Dimter Bianchi había sido despedido de su trabajo.
La comunidad online ha saltado automáticamente a la conclusión de que “se encontró” al asesino de Víctor Jara. La verdad es que hasta ahora nadie ha identificado con certeza a Dimter como "El Príncipe" o “el asesino de Víctor Jara”. Es muy probable que “El Príncipe” haya sido el asesino, o que haya dado la orden de matar, pero “probable” no significa “seguro”. No es poca cosa ser “El Príncipe” ni serlo y al mismo tiempo trabajar en la administración pública –y más encima ser un exonerado político, que sí lo era Dimter-, y menos son poca cosa las muertes de Víctor Jara y de Litré Quiroga. Tampoco lo es que en estricto rigor el periodismo, aún haciendo bien su pega, no pueda develar el misterio del asesino de Jara, y que la única forma de saber con certeza absoluta quién mató al artista es la confesión de su asesino.
8 Comments:
Alfredo Sepulveda: el medio trabajo que hiciste y firmas al final? Al principio por favor. Como veras, tengo todo controlado.
Este es el link:
http://diario.elmercurio.com/2006/06/18/reportajes/_portada/noticias/EB389FDD-1402-4626-92E9-A448D1A21F49.htm?id={EB389FDD-1402-4626-92E9-A448D1A21F49}
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Bue, siempre es útil para el que no la vio antes. Y sí, a mí me dio la sensación de que él mismo armó su set de preguntas. No solo faltaron, las que se hicieron suenan tan "correctas" que no puedo evitar sospechar del origen e intención de la entrevista.
Parte de lo que agradezco del trabajo de Alfredo es que solo con afirmaciones da cuenta de una situación que en lo personal me resulta tan emotiva que es fácil caer en juicios infundados. Esta mirada desde las distintas aristas me permitió como lectora armarme un panorama más general. Ahora bien, que el periodismo aporte a develar la verdad, como se señala al final, requiere de preguntas y sentidos que ciertamente van más allá de lo que se pudo ver en la entrevista publicada el domingo por El Mercurio.
Muy interesante la información y antecedentes que se aportan en este artículo. Sobre lo restante de tu Blog, habrá que darse el tiempo de leerlo con rigor.
Cuando puedas, pégate una vuelta por mi humilde guarida virtual.
Un gran hallazago tu blog. Se fue a los favoritos.
Muy bueno el blog. Invito también a que visites el mío. Saludos varios.
A los que lo seguimos hace rato, no nos extraña lo completo del informe de Alfredo "Rigor Periodístico" Sepúlveda.
Pero creo que acá el tema de fondo es que las verdades históricas deben esclarecerse, a punta de seguir la estela de humo de los rumores o, en el mejor de los casos, pesquisando a las fuentes directamente (como hizo Peña), porque, aunque a veces se olvide, el periodismo está para eso, no sólo para estacionarse horas frente al portón eléctrico del edificio de Kenita Larraín (nada personal, en todo caso).
¡¡Viva el Revisionismo!!.
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