La prensa y la tía
Por Alfredo Sepúlveda
Confieso que el asesinato del joven economista Diego Schmidt–Hebbel me tiene medio obsesionado. Algo que me llama la atención es el tratamiento de la información. La versión del calvo homicida confeso se ha convertido en verdad revelada. Y el tipo no es muy confiable que digamos. Es un delincuente que mata gente a plena luz de día.
Lo que no quiere decir que Pilar Pérez sea automáticamente inocente. No estoy diciendo eso. De hecho, la prensa ha entregado dos antecedentes que sustentan en parte lo que señala el asesino. Han recogido la historia del crimen Francisco Zamorano, el ex marido gay de Pilar Pérez y padre de sus hijos, y la historia de que ya en 2002 hubo una denuncia en contra de Pérez en el 17º Juzgado del Crimen: su ex pareja, un arquitecto llamado Carlos Felip, la acusó de haber contratado un sicario para matarlo.
La denuncia existió y fue investigada sin llegar a conclusiones. Lo que sabemos del caso lo sabemos por una hermana de Felip y por el propio arquitecto, que según El Mercurio reveló detalles del caso a los fiscales. La hermana de Felip da montos: $500.000, y dice que el sicario se quedó con la plata y le confesó todo a su eventual víctima. “Por suerte, el asesino que consiguió se arrepintió y me confesó el plan”, dice El Mercurio que Felip le dijo a los fiscales. Lo raro es que el sicario se haya acercado a su víctima a contarle sus planes. ¿No era más simple quedarse con la plata y desaparecer? Tal vez podría ser una forma de protegerse de su supuesta clienta, generar una denuncia y cuidar sus quinientas lucas.
Pero lo realmente extraño de esta versión es una cita de Felip a los fiscales, recogida por El Mercurio: “Ella supo que (yo) quería terminar y acudió a un funcionario de Gobierno para contarle que me prefería muerto, por lo que necesitaba un sicario”. Las cursivas son mías y la cita ha pasado coladísima. ¿Un funcionario de gobierno? ¿Para que se consiguiera el sicario o para que ejecutara a Felip? ¿Qué funcionario? Recordemos que Felip no ha hablado con la prensa y que esta versión es indirectísima. Pero por lo mismo es algo que al menos merece ser aclarado en un diálogo con Felip.
Veamos ahora la variante del asesinato de Francisco Zamorano (ex marido) y su pareja, Héctor Arévalo, en abril. El autor confeso –aunque después se arrepintió– fue el primo y arrendador de Zamorano. Semanas después del hecho, el fiscal recibió un mail anónimo en que se pedía que se investigara a Pilar Pérez. La brigada del Cibercrimen rastreó el e–mail a una dirección IP de Estados Unidos (entiendo que no es necesaria a la brigada para eso). Pilar Pérez efectivamente declaró ante el fiscal por el crimen de su ex marido, pero el fiscal llegó a la conclusión de que no estaba involucrada. ¿Sabía el fiscal de la primera denuncia (la de Felip en 2002) al descartar la participación de Pérez en el crimen de Zamorano? ¿Habrá sido Felip el autor del mail anónimo?
El fiscal a cargo del caso Zamorano ha dicho que ya antes del mail, familiares de las víctimas y testigos se habían referido a Pérez, y que por eso la investigó, lo que daría pie para pensar que hay dos vertientes, independientes, que ligan a Pilar Pérez con historias previas de contratación de sicarios. Pero ¿qué “familiares de las víctimas y testigos” son los que hablaron con el fiscal? ¿Están relacionados ellos con la denuncia de Felip en 2002? Si fuera así, toda la historia de Pérez como contratadora de sicarios, provendría de una sola fuente: Felip.
No me las quiero dar de Sherlock Holmes aquí. Los antecedentes contra Pilar Pérez son fuertes. El hecho de haber ingerido las pastillas después de la muerte de Diego Schmidt–Hebbel no le da precisamente una pátina de inocencia. La denuncia de haber golpeado a su nuera en 2007, confirmada a El Mercurio por el hijo de Pilar Pérez, tampoco juega a su favor.
Pero el punto es que creo que desde los medios, arreglar el problema de la presunción de inocencia de una persona solo anteponiendo la palabra “supuesta” o “ eventual”, o usando verbos en condicional todo el tiempo, no basta.