Literatura en llamas
Como ya es habitual y para diversión de los lectores que la están siguiendo, la carrera por el Premio Nacional de Literatura que se entrega este año está haciendo correr sangre. Desde hace algunas semanas los diarios han sido el escenario de violentos intercambios protagonizados por conspicuos integrantes del mundo literario que se acusan unos a otros de conflictos de intereses, machismo y compadrazgo. El asunto es largo pero vale la pena seguirlo.
El primero de los elevados debates literarios partió centrado en
Bonsái la ultra comentada novela de
Alejandro Zambra, antiguo crítico literario de LUN y actual coordinador de la carrera de literatura de la UDP. El asunto es más o menos así: si a usted le gustó la novela, es un amiguista y si la encontró mala, un envidioso. Sin embargo, por alguna extraña razón todo ha terminado confluyendo en
Germán Marín, un señor de edad, bastante antipático, que tiene posibilidades de convertirse en el campeón nacional 2006 y que acaba de ganar el Premio Crítica Literaria de la UDP. Además de editor de Sudamericana, Marín es un escritor reconocido por libros como
El palacio de la risa,
Cártago y el último de ellos
La ola muerta, que tuvo excelente crítica y no demasiadas ventas.
Aunque el
Clinic es el que más leña le ha puesto a la fogata, según el diario
Siete, que tuvo la amabilidad de poner al día a los que se habían quedado atrás, el asunto empezó en sus propias páginas el 5 de febrero cuando el escritor y ahora editor general de Planeta,
Sergio Gómez “destrozó Bonsái diciendo que era un mal clon de Roberto Bolaño”.
El asunto se puso realmente bueno cuando Mao, el crítico de
The Clinic, alabó la obra de Zambra y dijo que éste había dejado a escritores chilenos como Gonzalo Contreras en el camino, cuya fama Zambra además habría arruinado en su rol de crítico literario. Evidentemente eso no le cayó bien al autor de la Nueva Narrativa quien respondió al quincenario en la edición siguiente. En un gesto no demasiado elegante pero que subió el rating, el
Clinic le dio la posibilidad a Mao de leer la respuesta y contestarla en la misma página. El primero, Contreras, acusó a su contraparte de formar parte de un grupo con espíritu corporativista, obsesionado con desmantelar la nueva narrativa y le pidió tener “ojo con la sintaxis”. El comentarista con seudónimo denunció la mala tolerancia a la crítica del autor de
La ciudad anterior y concluyó con un “por último, me parece un descaro que Gonzalo Contreras lance sin pudor una pulla hacia mi sintaxis. Sobre todo porque él es uno de los escritores que más trabajo le ha dado a los correctores de estilo”.
El
Clinic entrevistó a Zambra quien, además de burlarse de Contreras cuando le preguntaron por el último gran escritor chileno (“Gonzalo Contreras dice que es Gonzalo Contreras. Quien soy yo para contradecirlo”), dijo que su candidato para el Nacional es Germán Marín, a quien en la edición siguiente el crítico español
Ignacio Echevarría –en la entrevista sin firma que ya comenté días atrás- también apoyó. Participaron con
columnas en el debate Rafael Gumucio, Marcelo Mellado y Mauricio Electorat.
Paralelamente, el 25 de abril, Sergio Gómez que se nos había quedado atrás, despotricó en
Siete contra el amiguismo en la literatura nacional y puso como ejemplos a Claudio Bertoni, a Zambra y por sobre todo a su competencia editorial, Germán Marín, “…un autor de una literatura biográfica y ególatra hasta la irritación, añosa y francamente aburrida. Sus novelas son intrascendentes en el extranjero, pero aquí la corte de aduladores lo propone para el Premio Nacional, el que probablemente terminará obteniendo”. Gómez criticó que Marín se autoedite y publique en su misma casa editorial sus obras. Eso motiva la entrada de Juan Manuel Vial quien ataca a Gómez con un “el muy perla” en su columna en
LUN. “Las palabras de tipos como Sergio Gómez hacen cada día más patente la histeria que les baja a los narradores mediocres ante la espléndida novela Bonsái, de Alejandro Zambra, obra que provoca todo tipo de churreteras entre quienes, al parecer, ya no consiguieron escribir algo memorable en esta vida”. Vial destaca la obra de Marín y acusa al editor de Planeta del mismo mal que denuncia ya que según él, desde hace años que se dedica al autobombo junto a sus compañeros ex
Zona de Contacto. “…transformado el gavilán en Ruiseñor es de esperar que abra las alas de la casa editorial que dirige a todos aquellos genios postergados por la mezquindad de la crítica…”.
Gómez insiste: “se prohíbe decir, se prohíbe la disidencia, se prohíbe tener opinión en un medio de becerros que siguen al rebaño…” y en un gesto algo mezquino no le reconoce a Vial otro mérito que un apellido pituco.
El
Siete, como ya dije, toma el tema y pone al día al público en un artículo en que Gómez y también Contreras se van en contra del editor de Sudamericana, (con quien Contreras tuvo problemas a raíz de la publicación de su última novela). El diario agrega una breve entrevista al atacado en la que aunque Marín admite su afinidad con un grupo de críticos y escritores más jóvenes como Matías Rivas, Zambra, Patricio Fernández y Gumucio -a quienes denomina “los nenes”- niega la existencia de cualquier grupo de presión a su favor. Ahí está la explicación del último episodio de la batalla, la columna de Contreras en La Tercera de éste último sábado: “Germán Marín y sus nenes” en la que el escritor denuncia -con errores porque ni Zambra ni Bisama escriben en LUN- una confabulación a todo nivel a favor de Marín, el que así habría logrado copar el espectro crítico nacional. “Es simplemente una buena sociedad. La conveniencia es mutua y la connivencia fructífera”. Lo que el autor nunca aclara es qué ganan los “nenes” con todo esto. Que yo sepa al único que Marín ha publicado de todos ellos es a Gumucio, pero dado su éxito sería injusto calificar la decisión de amiguista, o si no que diga Gómez si no le gustaría tenerlo en Planeta. Ahora, hay que estar atentos al próximo contraataque.
Entra EltitMientras todo esto ocurría, El Mercurio andaba preocupado de
Diamela Eltit. El 5 de mayo la Revista de Libros informó que circulaba por email una lista de apoyo a la candidatura de la escritora, encabezada por la autora
Lina Meruane. El mensaje solicitaba las firmas de los escritores y académicos chilenos y extranjeros que quisieran sumarse a la causa. Junto con eso, el suplemento literario publicaba la respuesta de uno de los contactados, el escritor y premio nacional de literatura del país de al lado,
Rodolfo Enrique Fogwill: “Por argentino, prefiero abstenerme en una decisión político-cultural del Estado chileno. Sin duda la autora merece reconocimiento, pero tampoco dudo de que hay muchos chilenos con obra que lo merecen tanto como ella, y quizá señalar a alguno de ellos sea más adecuado para los intereses nacionales y de la cultura chilena".
La crítica del mismo diario, Carolina Andonie, respondió al día siguiente en su columna acusando a Fogwill de misoginia y autopromoción. Ante eso Roberto Brodsky le preguntó al director del
Mercurio si no se estaba gestando una campaña de amedrentamiento: “Si una lista de apoyo concita la atención de prestigiosos artistas y escritores, esto no significa que quienes rechacen la invitación sean unos idiotas, rencorosos, egocéntricos y mediocres. Significa únicamente que no están por apoyar la candidatura en cuestión. Y nada más. De hecho, convertir la postulación de Eltit en una cruzada feminista es el peor favor que se le puede hacer a una autora que se sostiene en méritos propios”.
Responde otra escritora, Beatriz García Huidobro, también a través de una
carta a Cristián Zegers aclarando que lo que Andonie quería criticar no era que Fogwill se abstuviera de firmar sino que enviara “copia de los correos a la Revista de Libros con la evidente intención de darse un lugar protagónico… Los grandes comprenden que su firma es un aval de garantía a la calidad literaria y no un medio para desviar la atención hacia sí mismos”.
Finalmente el desconcertado y malas pulgas Fogwill, una especie de Germán Marín argentino,
reacciona: “En mi país, jamás un candidato
lobbió internacionalmente en procura de un premio local”. El escritor explica que no pidió la publicación de su carta y que sólo se la envío al poeta Sergio Parra y a Pedro Pablo Guerrrero, coordinador de la Revista de Libros, con quienes habitualmente se comunica. A sus enojadas detractoras les responde que “ambas atribuyen mi abstención al deseo de protagonismo, sin advertir que lo mismo puede perseguir quien agrega su firma a un listado de reconocidas figuras convocadas para presionar a un jurado que, afortunadamente, será ecuánime” y que yo no tengo idea si es cierto o no (lo del jurado).
Bonus trackAunque no tiene que ver con el premio aquel y sólo lo recuerdo vagamente, lo último que tengo a mano es el fluido intercambio entre el ex campeón nacional Raúl Zurita que acaba de publicar un libro en que hay varios que se van de ataque y el animador de televisión Cristián Warnken, a quien dicho sea de paso lo mejor que le pudo pasar en esta vida fue el final de
La belleza del pensar y su pelea con el
Canal 13. Además de desatar episodios casi histéricos de apoyo, se le abrieron las puertas de la televisión abierta (TVN) y del
Mercurio donde ahora tiene una
columna regular cuyo estreno se anunció en portada. Ahí se refería al último libro de Zurita y decía que Maquieira era algo así como el telonero de Dios a lo que Zurita
respondió diciendo que la columna estaba escrita con las patas.
Uff.