¿Se han fijado que la influencia se comió al liderazgo? A los mismos que los diarios y revistas antes denominaban líderes –odiosa palabra- ahora son influyentes. Hoy amanecimos llenos de ellos.
La revista
Qué Pasa publica su ranking con el especial “50 influyentes 2008” y justo
El Mercurio recoge en “atentos sondeos” nunca especificados,
los 21 nombres que se incorporan al “cuadro de honor” de los más influyentes en el país (qué vocabulario y qué términos tan anticuados que usa El Mercurio).
Como es habitual los resultados de estos rankings no son muy sorpresivos y la mayoría de los puestos –pero no todos- los acaparan los millonarfios o los políticos. Por eso a mi lo que más me entretiene del de la
Qué Pasa es la lista de los 401 encuestados para elaborar el especial, que por lo mismo agradecería tanto, tanto que a futuro publicaran con una letra un poco menos mínima para no perder el ojo leyéndola como casi me pasó hoy en la mañana.
Pero mientras aquí en Chile yo reclamo que estos rankings son algo predecibles, allá lejos las revistas
Prospect de Inglaterra y
Foreign Policy de Estados Unidos
han tenido que salir a dar explicaciones por lo sorpresivo de los resultados de su última encuesta común sobre los 100 intelectuales públicos más influyentes. La historia es buenísima.
Recientemente esos dos medios dieron a conocer la segunda versión de esta encuesta que realizaron por primera vez en 2005 y que dio mucho para hablar, pelar, reclamar y copiar. Ahora elaboraron una lista de 100 intelectuales vivos, activos y con capacidad de influir en el debate internacional y llamaron a sus lectores a votar para establecer un ranking y jerarquía.
La convocatoria fue muy exitosa y votaron cerca de un millón de personas
pero el resultado fue completamente inesperado: los 10 intelectuales más votados no fueron para nada los más conocidos y eran todos musulmanes. Estos dejaron atrás a los mucho más pop Noam Chomsky, Samuel Huntington, Benedicto XVI, Rem Koolhaas, Christopher Hitchens o Mario Vargas Llosa. En el número uno, el más votado, el que se supone es el intelectual público más público del mundo, fue
Fethullah Gülen, un islamista turco. Si no le suena, no se preocupe porque en occidente a nadie le resultaba muy familiar hasta que se publicó la encuesta.
Por eso en su última edición,
Prospect se hace cargo de que la situación es extraña y
explica que para ellos también lo fue. Tanto así que cuando a pocos días de iniciada la votación
Gülen empezó a encabezar la lista, sospecharon que un miembro de Fethullahçi, el movimiento que agrupa a los seguidores de este líder religioso, había hackeado el sistema para llevar a su líder al número 1. Nada de eso era cierto.
Lo que en verdad ocurrió fue a que comienzos de mayo el diario más vendido de Turquía,
Zaman puso en portada la noticia de que Gülen había sido incluido en la lista de
Foreign Policy/Prospect y que existía la posibilidad de votar por él, y lo recalcó varias veces en las siguientes semanas. La noticia se extendió por la web entre los numerosos seguidores del téologo turco y se armó una disciplinada campaña a su favor que además chorreó hacia el resto de los intelectuales musulmanes incluidos en la lista. Es decir, el grupo se tomó la encuesta.
"En un aspecto, el espectacular triunfo de Gülen dice poco sobre lo que el mundo piensa sobre sus intelectuales y más bien demuestra la capacidad de organización de los seguidores de un movimiento. Pero por otra parte, tal vez a través de la victoria de Gülen podemos ver la emergencia de un nuevo tipo de intelectual, uno cuya influencia se expresa a través de redes personales que se sustentan en Internet más que en publicaciones e instituciones", dice Tom Nuttall de
Prospect. No queda claro si ese es un buen análisis de la situación o solo una forma de sacarse los pillos intelectualizando lo que les ocurrió.