"Al Siete le faltó frescura"¿Se puede o no hacer prensa de izquierda en Chile? Patricio Fernández, director de
The Clinic, analiza en esta entrevista las razones que mantienen vigente a su publicación, los problemas que tienen los medios de esa tendencia con los avisadores y el cierre del diario Siete. "Sin embargo, no lo digo a partir de por qué el
Clinic sí y los otros no".
Al director de
The Clinic, Patricio Fernández le gusta ponerle un poco de poesía a la definición de su línea editorial: “El
Clinic es un lugar donde esperamos que haya el mayor cruce de ideas posible, donde hay ganas de buscar temas que le interesen a la gente y nos gusten a nosotros, que permita encontrarse con opiniones insospechadas, elementos frescos para la reflexión de cualquier cosa que esté pasando. Tiene algo de juguete, algo de libro de cuentos y algo de revista. Y hoy tiene por lejos el mejor periodismo de Chile, dicho sea de paso”.
Pero aunque no se quiera enredar en militancias ideológicas, si algo está claro es que la publicación quincenal no es un medio de derecha “Quizás nos aproximemos a una cosa anarquista”, dice.
El tema es relevante en estos días en que la
agonía y muerte del Siete ha vuelto a instalar la idea de que la prensa de centro izquierda e izquierda es inviable en Chile, un país donde, vaya paradoja, la mayoría de la población vota por esa tendencia (lo que dicho sea de paso demuestra cuán inútil ha sido para la derecha su casi monopolio de los medios escritos).
En los 90 desaparecieron algunos medios emblemáticos en la lucha contra la dictadura como
Cauce,
Análisis,
Apsi. Luego fue el turno del diario
La Época, ligado a la DC. En lo que va de la primera década del milenio
Rocinante,
Paréntesis y Sie
te +7, al que su reconversión en diario no le dio mejores frutos. Entre los que siguen vigentes como
El Siglo,
El Periodista y
La Nación (y el Mostrador, que es on line), sin duda
The Clinic es el más puntudo y al mismo tiempo el más masivo. De acuerdo a Fernández el promedio de venta el año pasado fue de 52 mil ejemplares por número y en el informe del SVCL del segundo semestre de 2005 aparece como la publicación periódica con más lectores. “El
Clinic ha pasado a ser parte de la prensa existente en Chile, creo que sería ridículo que le siguiéramos llamando prensa marginal o alternativa. Alternativa es más bien la
Qué Pasa.
- No, porque circula con
La TerceraBueno, entonces ¿sigue existiendo la
Ercilla? Eso sí es alternativa.
La pregunta entonces es cuál es la fórmula del éxito y por qué, mientras otros medios desaparecen, el
Clinic ya lleva cerca de siete años en los kioscos. “No puedo sacarle cosas en cara al
Siete a partir del
Clinic. No son lo mismo, desde ya era un diario… Pero, sí puedo comentar algunas cosas que no me parecieron acertadas en un experimento como el Siete. Sin embargo, no lo digo a partir de por qué éste sí y los otros no.
-¿Qué fue lo que no te pareció acertado?
-En el caso del
Siete, le faltó frescura, se prediseñó ideológicamente de una manera innecesaria. Se presentó como un medio de centroizquierda o algo así y si optaste por eso debiste haberlo demostrado a rabiar. Se debió haber notado más en los titulares y haber apostado a eso más directamente, pero creo que se quedó en las medias tintas. Me faltaba color, sorpresa, novedad y marcar más por qué había que elegir éste y no los que ya estaban.
-Según tu experiencia ¿esos medios mueren por que los avisadores les niegan los auspicios o por falta de contacto con el público?
-Todas las anteriores.
El
Clinic empezó a circular a finales del año ‘98 “sin ninguna pretensión de revista ni publicación estable. Coincidió con la campaña para las primarias de Lagos y le vendimos la pomada a alguna gente del comando para sacar algo. La idea no era apoyarlo sino que les dijimos que todo lo que fuera apertura, abriera temas y voces debía ser bueno para él. Así sacamos estas páginas que corrían de mano en mano”. El entusiasmo duró ocho números. “Como huevéabamos a Lagos les pareció raro estar financiándolo”.
Un año después se volvió a reeditar y en 2000 comenzó a circular en kioscos. Las páginas se hacían en el computador de la casa de Fernández y todos colaboraban gratuitamente hasta que pudieron ir agregando más páginas, color y empezar a pagar sueldos, lo que se tradujo en una profesionalización del quincenario.
Aunque pertenece a una sociedad integrada por Pablo Dittborn, Fernández, Mario Lobos y antiguamente Tomás Dittborn, según su director
The Clinic se ha financiado fundamentalmente por las ventas; ya que el éxito en lectores no se ha traducido en avisos. “Supongo que habrá algunos a quienes no les gusta mezclar su marca con cosas que no son las más habituales. Otros simple y llanamente por ideología porque no están dispuestos a avisar en un diario que consideran comunista o degenerado. Otros, supongo que por cosas sociales, no sé. Básicamente el asunto se resume en una cierta convicción ideológica de que es mejor no poner avisos aquí”.
-En la discusión sobre el diario
Siete, Mónica González y Alberto Luengo hablaron de un
bloqueo publicitario hacia el diario. ¿Cuál es tu experiencia?
-Nosotros nunca hemos hablado de bloqueo o algo así, porque nuestra preocupación es hacer incontestable no poner avisos. Hemos buscado el lado positivo: tratar de hacer crecer esta cosa para que en algún momento se rompa una cierta costra que hay. Pero si bien no creo que haya una coordinación de empresarios que hayan acordado negarle la sal y el agua a determinados medios, lo que sí hay es un bloqueo de hecho: no ponen avisos aún teniendo la evidencia clara de que sí es conveniente.
-¿Te lo han dicho así de claro?
-Sí, hay muchos casos en qué te dicen “ésta persona no va a poner avisos de ninguna manera en el
Clinic”. Muchos. Las agencias de publicidad nos proponen como el medio ideal para un montón de productos, una cerveza, copetes varios, cigarros o determinados autos, marcas de ropa…
-¿Podrías dar ejemplos?
-Prefiero que no, porque estaría metiendo a gente en el baile y porque espero que cambien de parecer…
Lo que sí he visto fuertemente es que también hay una especie de mediocridad de los mandos medios en las empresas, una especie de ratonería que hace que les de miedo siquiera proponerle a los dueños o gerentes máximos avisar en el
Clinic, cuando muchas veces uno se encuentra con esos dueños y tienen muchos menos problemas que los mandos medios.
-Pero al mismo tiempo el
Clinic es garabatero, no es lo más “finoli”
-Yo creo que es lo más finoli que hay. ¿No es siútico dices tú?
-A veces es vulgar. Puede haber empresas que no avisan por motivos ideológicos y otras sencillamente porque no quieren asociar la marca.
-Entiendo que no todas las marcas quieran estar en el
Clinic. Es coherente y estoy bien lejos de pensar que alguien esté obligado a poner avisos acá. Lo que me sorprende es que sean tan pocas las que lo hacen. Hay marcas a las que naturalmente les vendría muy bien pero cuando comparas los estudios en que el C
linic aparece como el más leído de Chile con un gráfico sobre cómo se reparte la torta publicitaria en los medios escritos y no aparece, te das cuenta de que es un desequilibrio extraño.
-¿Ha cambiado eso en el último tiempo?
-Sí, si uno se fija, ahora tenemos avisos de medios de comunicación, radios, tele. Hemos tenido a Triumph durante un buen tiempo que para nosotros es un ejemplo de lo que es considerar objetivamente los datos. VTR, a veces, y otros que en este momento no están.
-¿Esa apertura es producto de un cambio de cambio mentalidad o simplemente porque es buen negocio?
-Las dos.
Como la apertura es todavía incipiente,
The Clinic ha iniciado una serie de proyectos paralelos de financiamiento como la tienda y venta de DVD, discos y libros. Si bien la colección de Cortazar fue éxito de ventas, los recursos no alcanzaron para asegurar la subsistencia de
El Otro, el hermano de
The Clinic, que después de cuatro meses de funcionamiento dejó de circular. “Le fue estupendo, pero ya no somos los que éramos hace siete años y por lo tanto para haber seguido y que no se volviera un esfuerzo hiperdesgastador -porque lo hacíamos por amor al arte- teníamos que conseguir plata.
El Otro paró con una venta en torno a los 20 mil ejemplares que es harto, y lo hizo después de salir muy pocas veces. Pero mi impresión es que hubiera sido utilizar una energía que no teníamos… Si encontráramos a alguien dispuesto a ponerse con unas lucas y reflotarlo, ahí está, no lo hemos matado, lo tenemos durmiendo”.
-Ya que con el avisaje de los privados no les va bien ¿no han buscado el estatal?
-Muy poco.
-¿Por qué?
-Ahora que vendemos lo que vendemos me parece que el avisaje estatal debiera estar en el Clinic, por razones técnicas, como está tan de moda argumentar. Si es por costo beneficio y los avisos se ponen por tiraje debiéramos tenerlos. Pero nosotros nunca nos suscribimos a la idea de que teníamos que exigirle al Estado que nos ayudara a existir. Sí hoy nos parece bien evidente que el Estado tiene que administrar justamente su torta de avisaje y que nosotros caemos ahí como anillo al dedo.
Al igual que en otros casos, el cierre del
Siete ha vuelto a instalar la discusión sobre la necesidad de que el avisaje estatal sirva como un mecanismo para garantizar el pluralismo de los medios, idea que han respaldado un grupo de diputados de la Concertación, integrantes del recién cerrado diario y Alejandro Guillier entre otros.”Yo no sé, tengo una gran confusión al respecto”, dice Fernández.
-¿Y cual sería?
-El pluralismo es crucial y el Estado debiera procurarlo siendo básicamente justo, inteligente y racional en su avisaje y no darle más a uno por comprar sus favores, no sé. Mi duda es si el Estado tiene que darle a los no exitosos para que algún día lleguen a serlo. Me cuesta decidir a quién le tendrían que dar: ¿a los estudiantes de Rancagua que fundan una revista, a la revista de los secundarios, a
Rocinante o al Siete? Ahí está mi confusión, en cómo asignarlo, a qué proyecto y por qué. Se prestaría para mucho favoritismo.